"Empezar de cero"

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Que llegaran juntos al restaurante provocó una gran sonrisa en el rostro de Lucrecia, los había visto desde lejos entrando muy cerca el uno del otro. Se fijó en la sonrisa de Samuel, luminosa y atenta a cada paso que daba Carla. Mientras que la rubia, si bien no sonreía, se notaba distinta, con un aura menos densa y oscura. Finalmente lograba verla más tranquila y eso hizo que la mexicana quisiera aplaudir y ponerse de pie para celebrar, sin embargo se contuvo. La antigua Lu lo hubiera hecho o habría lanzado un comentario que seguramente los hubiera incomodado, pero prefirió morderse la lengua. Internamente estaba desesperada por preguntarles que había sucedido, pero había aprendido como tratarlos, cualquier cosa podría ponerlos en modo alerta o hacerlos retroceder algún paso que hubieran dado y no quería ser la causante de aquello.

En retrospectiva, se lamentaba cómo los había expuesto en el pasado, en aquella fiesta de beneficencia, por eso está vez los dejaría seguir en las sombras, hasta que estuvieran listos para comentarle lo que sucedía entre ellos.

En la mesa, a su lado derecho estaba Felipe y al izquierdo se encontraba Omar, que sorpresivamente había congeniado bastante bien con Charlie, quien estaba disfrutando su última noche en Madrid, y no dejaban de conversar animadamente, mientras esperaban que llegaran a ocupar su lugar, la pareja de recién llegados.

Carla fue la primera en saludar a todos, ya que conocía a cada uno de los presentes, fue en ese proceso en que Lucrecia se dio cuenta del vendaje en la mano y con eso no pudo evitar bombardearla con la pregunta de qué le había sucedido. La rubia respondió escuetamente y antes de que siguiera el interrogatorio, Samuel intervino pidiéndole con la mirada a Lu que lo dejara pasar. Luego de eso, él debió presentarse y conocer a dos de ellos. El primero en saludarlo fue Felipe, que le dio un abrazo y apretón de manos, comentándole que Lucrecia le había hablado mucho de él y eso hizo que la mencionada hiciera un gesto incómodo al verse expuesta, aunque acabó sonriendo ante la mirada divertida de Samuel. Luego fue el turno de Charlie que no había dejado de analizarlo de pies a cabeza desde el instante en que lo vio acercarse junto a su amiga.

-Mucho gusto, soy Samuel- se presentó para acabar con ese escrutinio silencioso.

-Charlie- dijo el holandés con seriedad, aceptando la mano del castaño.

-Finalmente te conozco, Carla me ha hablado de ti- dijo Samuel para ver si eso quitaba la expresión tensa del amigo de Carla.

-¡Que interesante! yo jamás oí de ti- fue la respuesta del extranjero que le provocó una mueca a Samuel ya que no supo cómo reaccionar.

Aquellas palabras lo habían descolocado, por una parte no se esperaba esa reacción a la defensiva, y por otro lado, saber que Carla no había hablado de él resultaba bastante incómodo. Le había dolido saber que su recuerdo y lo que vivieron en el pasado lo hubiera guardado incluso para su mejor amigo. Por una parte la entendía, pero saber que no hubiera tenido con quien desahogarse más que con esas malditas sustancias que la llevaban al fondo del abismo era una espina que se clavó en su interior.

-¡Charlie!- murmuró Carla dándole un sutil regaño con la voz y la mirada.

Samuel al escucharla salió de su estado y observó la interacción entre ambos, Charlie le dio una mirada de disculpa a su amiga, y frente a ese gesto se dio cuenta de la real conexión que había, eran como un hermano mayor mayor cuidando a su pequeña hermana y eso lo hizo medio sonreír.

A pesar de lo que Charlie había dicho, la verdad era otra, sabia mucho de Samuel, quizás más de lo que Carla recordaba haberle contado, porque siempre que se había explayado y contado de él, había sido en sus peores momentos, cuando las sustancias que corrían por su cuerpo la dejaban sin recuerdos. También tenía claridad que ese chico castaño, que realmente parecía sincero y de buenas intenciones, no tenía la culpa de lo que había vivido y hecho Carla en el pasado, pero aun así temía por su amiga. No sabía que tan positivo podía ser ese acercamiento que había entre ambos, especialmente porque si las cosas no funcionaban, la caída podía ser directa y sin retorno para la rubia. Por eso no podía mostrarse de otra forma más que como lo estaba haciendo, le había prometido cuidarla y protegerla y eso debía hacer.

El hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora