Capítulo 7

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— ¡Ven y  ayúdame! — dice mientras me jala del brazo.

— No...— forcejeo pero ella no me suelta.

— Sólo necesito ver si Saúl y Monserrath están juntos— insiste una desesperada Ginger.

Porque al parecer Ginger está interesada en Saúl, el mejor amigo de Jair. Él es uno de los mejores jugadores titulares del equipo del curso y desde que Ginger lo vio metiendo un gol en una de las prácticas, quedó embobada con él.

La comprendo porque yo también quedo embobada cuando Jair juega. Creo que somos chicas básicas al enamorarnos de puros fifa's.

— No creo que estén juntos— . Logro soltarme de su agarre y me cruzo de brazos.

— Los vi muy juntitos estos últimos días—. mueve sus manos dramáticamente.

— Eso no quiere decir que estén juntos tonta.

— Pero y si es así.

— Ellos no están juntos Ginger. Yo lo sé.

Ella me agarra de los hombros y me sacude dramáticamente.

— ¿Por qué lo dices?

— Porque ella está enamorada...de... Jair—.murmuro agachando la cabeza.

— ¡¿Qué?!— . grita, yo agarro mis oídos. Ésta chica grita como para dejarte sorda.

— Como escuchaste.—. Se lleva las manos a la boca.

— ¿Y qué piensas hacer?

— ¿Qué se supone que quieres que haga?

— Cualquier cosa para atrapar a ese hombre.

— Ah, no.

— Sedúcelo.

Suelto una risita.

— En primer lugar, no soy buena seductora. Segundo lugar, si evito que Monserrath se quede con Jair capaz vaya detrás de Saúl—digo enumerando con mis dedos—. ¿O acaso quieres que Monserrath vaya detrás de Saúl?—. me da una mirada horrorizada.

— No lo digas ni de chiste.

Me encogo de hombros.

— Sólo decía— camino hacia el baño.

Ella me sigue.

— Y tú fiera— sonrío por como me llama—. ¿Que onda con Jair?

— ¿Qué onda de qué?

— ¡No te hagas la tonta!— dice golpeando mi hombro. Dolió—. Te he visto como un poco más cercana a él.

— Ni tanto— me sonrojo recordando que de verdad nos hemos vuelto más cercanos, en el sentido de que hasta en clase se ha acercado a hablar conmigo.

Cosa que no pasó nunca.

— Te pregunto algo mi querida— dice poniendo una mano encima de mi hombro derecho. Aquí vamos.

— ¿Qué?— . Respondo de mala gana porque sé que va preguntar algo estúpido.

— En buena onda— exclama temerosa— . ¿Qué le viste a ese?.

Ruedo los ojos. ¿Acaso no es obvio?, Jair es maravilloso por donde sea que se le mire. Niego restándole importancia y ella sólo me dedica una mirada cansada.

Nos adentramos al baño y cada una entra en un cubículo distinto. Mientras inspiradamente me concentro en liberar líquidos. En otras palabras: Mientras placenteramente hago pipi, mi mente viaja una y otra vez que no quiero ir a casa, no quiero escuchar discusiones de vuelta.

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