Han pasado una semana de haber regresado al colegio y del pequeño encuentro con Jair. Él constantemente seguía mandándome un pote de helado todos los días y distintos regalos. Despertaba un sentimiento en mi tan irritante y tan emocionante al mismo tiempo, sentía que le importaba y a la vez no podía confiar en él. Solía acercarse en los recreos u horas libres para saludarme o regalarme una paleta, pero yo siempre lo evitaba, como si él no existiera. Pasaba de largo o fingía hablar con algunos de mis compañeros. El dolor en su expresión me desconcertaba pero esa era mi manera de sobrellevar la decepción.
Cuando uno quiere de verdad, desea algo de corazón, lo ve perfecto en todos los sentidos, esperas un lado de color rosa y una imagen pura...pero de repente alguna acción inesperada puede romper esa imagen tan bonita y tu corazón de paso.
Eso era perfectamente lo que Jair había hecho.
Pero lo positivo de la semana es que con mamá ya nos mudamos de casa, fue un poco triste dejar el hogar donde viví toda la vida, pero aleje toda negatividad y me concentre en mi nuevo presente. Mi nueva casa era muy pintoresca y hermosa para mi, era super acogedora, tenía tres habitaciones: una para mamá, otra para huéspedes y otra para mi, una cocina, una sala de estar y dos baños. El tamaño era suficiente para que yo esté cómoda.
En éstos momentos ya eran como las doce de la noche y nos encontrábamos con mamá viendo una película en la sala. La tranquilidad que sentía era bastante nueva y maravillosa para mi. Los cambios vienen bien en la vida.
— No puedo creer que Héctor era el verdadero tatarabuelo de Miguel — dice mamá apagando la televisión.
Porque sí, estábamos viendo Coco.
— Nunca una película de Disney ha jugado con mi mente así.
— Ni conmigo.
— Esperaba ese tremendo plot twist de algunos de los libros que acostumbro leer pero de una película de disney, no.— lloriqueo y mamá ríe.
— Creo que se olvidaron de la inocencia. Ya no hacen las películas como cenicienta.
Ambas estallamos en carcajadas y mientras la veo reírse me doy cuenta que ella se veía mejor. La notaba más libre, feliz, sin preocupaciones. Mamá era feliz y tal vez eso era suficiente para que yo decidiera hacerlo.
También podía verlo en papá y noto su progreso personal, porque no lo veo consumiendo más bebidas ni mal gastando su dinero. Inclusive me había regalado un célular nuevo hace algunos días y le dio dinero a mamá para nuestra canasta básica. Sin duda alguna ellos estaban mucho mejor y eso era lo que yo esperé por muchísimo tiempo. Llegó mi momento de ser feliz también pero, al parecer mi mente no lo entendía aún.
Ella bosteza y luego me mira.
— ¿Tú no tienes sueño?
— No.
— Tienes unas ojeras increíblemente grandes Samantha. ¿Hace cuánto no estás durmiendo adecuadamente?— su tono preocupante de madre sale a la luz.
— Claro que duermo, sólo que... estoy cansada, los exámenes, trabajos...
— Estás muy estresada— se levanta y masajea mis hombros lentamente y se siente increíble— Pero...
— Por favor no hables de Jair, mamá.
— Es que trato de no mencionarlo, pero todos los días manda helados, dulces, osos de peluche. Él está buscando llamar tu atención de vuelta, como los viejos tiempos, quiere que vuelvas a quererlo.
Lo sé.
— Es que es tan...egoísta— suelto un pequeño suspiro — Él quiere que todo vuelva a ser como antes pero, ¿Para qué? , para que yo me quede en ese pozo estancado. Estar enamorada sola toda la vida.
— Te pregunto algo.
— Dime.
— ¿Qué es lo quieres?
Excelente pregunta, madre.
Juego con el dobladillo de mi camisa de dormir y mamá ladea la cabeza esperando mi respuesta. Le señalo el sofá para que vuelva a sentarse junto a mi, ella lo hace y recuesto mi cabeza en su hombro y comienza a acariciarme el cabello.
— Ninguno de los pocos chicos que me han gustado en la vida me han correspondido pero nunca me afectó. Es como si una parte de mi se acostumbrara a que yo no les gustara, pero con Jair es diferente, con él...nació la necesidad de que me quisiera. Por más que me repetía que él no iba a quererme, en el fondo deseaba que me amara. Pero nunca pasó y lo que más duele es que nunca pasará.
— Hija.
— Para soportar todo lo que soporté, mi mundo se enfocó en él y nada más. Cuesta mucho que después de los últimos años tenga que acostumbrarme a estar sin él.
A éste punto mis ojos ya estaban cristalizados, dolía decirlo, quemaba sacarlo de una vez. Esa era mi verdad sobre él, no podía entender porque amamos y la gente no podía devolvernos ese amor.
— Duele mucho sentir que no puedo estar sin él.
— Tienes una dependencia emocional muy grande, Samantha.
— Lo peor de todo es que no puedo lamentarme haberlo perdido porque nunca lo tuve.
¿Por qué no puedes quererme Jair?, ¿Si no vas a amarme, por qué no puedo superarte?
— No puedes superarlo porque no quieres — ¿acaso lo dije en voz alta?
Pestañeo confundida.
— ¿De qué hablas?
— En el fondo sigues esperando por él.
— Yo...sólo — una lágrima se me escapó— Lo he querido tanto, lo sigo queriendo y la magnitud es enorme que duele.
Me había reprimido tanto luego de todo lo que había pasado. Mi corazón pesaba, como si mis sentimientos se estancaran y una voz que no salía porque eso era yo, ahora mismo, el fantasma de alguien que estaba destruido. Ésta noche podía permitirme sentir otra vez, por lo menos dolor, porque al fin y al cabo era bueno sacar lo que noches no me ha dejado dormir.
Mamá me abraza y entierro mi cara en su cuello a llorar. Sollozos escapaban de mi, mis lágrimas empezaban a mojar su pijama pero eso no pareció importarle.
Se sentía bien llorar, liberar ese dolor que guardamos esas personas que amamos y no somos correspondidos. Me desahogue hasta más no poder, sacar de una vez ese amor que poco a poco se convirtió en combustible para seguir luchando pero que a la vez me destruía y no me daba cuenta.
— Shhh...— ella acariciaba mi cabello lentamente.
— No puedo perdonarlo... él no es lo que yo creo— murmuro entre sollozos.
— Él puede ser muchas cosas, pero como persona bondadosa perdona y luego déjalo ir.
— Será difícil.
— Pero no imposible. Al fin y al cabo si ustedes están destinados a estar juntos, el destino se encargará de eso. Pero si no es así, el tiempo lo sanará todo.
Ella tenía razón y logre comprender lo que me dijo. Sabía que el primer amor dolía porque lo comprobé yo misma. Busqué un refugio en momentos de guerra en un lugar donde nunca mi calma sería pasajera, porque una vez que abandonara ese lugar, nuevamente estaría destruida.
Esa noche en brazos de mi madre lloré por un amor que nunca fue para mi y ahora me quedaba aceptar que tampoco nunca lo será.
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Nota de la autora:
Fue uno de los capítulos más duros que escribí porque pocas veces podemos ver que Samantha comparta lo que siente en voz alta. También podemos notar lo mucho que sigue sufriendo y lo dañada que está.
Es así donde también es duro ver como la dependencia emocional es una cadena que empuja a personas a sufrir mucho. Sentir que no somos nadie sin esa persona y no saber que hacer.
Esperemos que Samy pueda salir de eso y esperar que es lo que pasará con papi Jair.
Un abrazo de pitón.
Johana Leiva.
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Mi Estabilidad ✔️
Roman d'amourLos problemas familiares y sociales han destruido gran parte de los jóvenes. Las etapas de la adolescencia se torna complicada cuando la ansiedad, presión y peso de varias cosas recaen, provocando que la depresión se haga presente. ¿Quién lo sabe pe...