Capítulo 15

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Jair Gosling.

Imbécil,Imbécil, Imbécil.

Esas palabras se repetían una y otra vez en la cabeza. Mi conciencia pesaba demasiado en muchos niveles y no me hacía estar tranquilo. Estaba tan arrepentido por aquel beso en la fiesta de recaudación con Samantha y luego el golpe que me dió me dejó aturdido. Ella estaba molesta, bueno molesta no, decepcionada.

Vi el desconcierto en sus ojos cuando había dicho que la había usado para darle celos a Monserrath y luego el puñetazo que me lastimó la nariz demostró que ella no iba dejar que yo la usara como un objeto para fines inmaduros.

Me había arruinado la noche yo mismo con todo lo que hice y dije. Claro, estaba borracho, pero estaba consciente de todo lo que pasaba y tenía el control de mi mismo, así que  el alcohol sólo me dió un poco de valentía para haber agarrado a Samy, besarla y votarla para demostrar a una pelinegra que trataba de ponerme celoso que yo se jugar más bien que ella y que no sentía más nada por Monserrath.

Pero  terminé jugando con los sentimientos de alguien que no merecía.

Luego de pasar por una farmacia para que me hagan una curación , había llegado a casa un poco enojado por toda la situación que había sucedido, pero no contaba de que alguien haya grabado el momento en el que Samy me había golpeado.

Lastimosamente llegó en las manos equivocadas, en la mano de una de las personas de la cual tengo un respeto enorme y el miedo de decepcionarlo con mis actos me ha acompañado desde que era pequeño.

Mi padre.

Él era jefe del departamento de oficiales de policía de la región. Era un hombre con carácter duro y por desgracia era demasiado prepotente y machista. Mi madre no soportó vivir bajo el control extremo que mi padre quería tener sobre ella y se divorciaron.

Ella sabía perfectamente que yo no iba poder irme con ella porque mi padre no lo permitiría y no quería que por querer estar a mi lado permanezca a lado de alguien que no quiere. Acepté vivir con mi papá para que mamá esté libre y feliz, aunque, extrañaba verla en casa todos los días y tuve que conformarme con sólo verla algunos días de la semana.

Como supuse, mi papá me esperaba en su oficina, él acababa de llegar del trabajo y aún conservaba su uniforme de policía. Su rostro indescifrable ahora estaba claro como el día, la rabia emanaba por toda su expresión  y tenía la mandíbula tensa. Todo gritaba peligro en él y tuve miedo cuando me senté frente a su escritorio, cara a cara.

Tenía una tablet en su regazo y dió vuelta la pantalla para que yo pudiera ver, reproduciendo el vídeo de la golpiza.  Me veía en un ángulo perfecto donde se podía captar como el puño de Samantha impactaba en mi rostro y como la sangre caía de mi nariz. Recorre con su mirada la venda en mi nariz y su rostro se contrae más.

— Tienes la nariz hecha mierda —fue lo único que dijo.

— Ya estoy bie...

—¡Tienes la nariz hinchada gracias a un golpe que te dió una mujer!—gritó de repente, asustándome— ¡Una puta mujer, Jair!.

—Ella no es una puta— expresé con enojo.

—Para mi si —su mirada quemaba—golpeó a mi hijo y él no hizo nada.

— ¡¿Y qué querías que hiciera?! — me levanté de la silla a encararlo — ¿Que le devolviera el golpe?

Nuestras respiraciones estaban pesadas por los gritos. Él estaba decepcionado de algo que no lo vi venir, si miraba desde un punto más crítico, ese golpe lo merecía, pero de verdad. Además jamás le devolvería el golpe a Samantha. Una mujer merece respeto, merece ser tratada como una verdadera reina, porque al fin y al cabo si lo eran.

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