Samantha Ferrer.
Ésta herida duele como la mierda.
Pero lo que más me desesperaba era el hueco que sentía, esa necesidad que me estaba cobrando factura. Esas ganas de tener algo bonito que me diera seguridad en un momento tan horrible.
Cada quien tenía su paraíso personal, ese donde se encontraba alguien que lideraba ese torbellino de emociones, como un comandante de todo, que encendía algún tipo de combustible. Ese era un mundo paralelo de la mente donde uno podía engañarse por pequeños instantes para refugiarse de la crueldad de la vida o inclusive de nuestras propias acciones.
Tal vez era la manera más tranquila de describir lo que provoca el dolor que me causa saber que Jair ya no formaba parte de mi vida. Que el pedestal donde yo lo había colocado yo misma lo acabé de encender y desapareció.
La sensación agridulce aún se instalaba en mi pecho luego de que él había cerrado la puerta del hospital. Yo seguía mirando por donde él se había ido y seguir acostada en ésta triste camilla con una herida que tenía puntos todo me hacía sentir peor.
Tenía muchas ganas de gritar o algo pero toda expresión de emociones quedaba solo en un intento.
La puerta se abre y veo a mis padres entrar. Se veían nerviosos y se sintió una tensión en el aire, uno denso y asfixiante para mi. Sus caras radiaban arrepentimiento, culpa y todo eso hizo que un par de ojos intensos vinieran en mi mente. Él con la misma cara frente a mi y luego marchándose.
Lindos recuerdos ja, ja.
Mi mamá intenta decir algo pero noto como se cristalizan los ojos. Levanto mi mano para indicar que no quiero que digan absolutamente nada, no estaba preparada para escuchar más disculpas, no era crueldad, era simple supervivencia y estando en un hospital, mucho no quería hablar ni pensar.
— Sam, sé que no es el momento correcto para hablarlo pero es necesario— comienza mi papá con voz firme.
— No quiero escuchar disculpas, todo está bien, en serio.
— Nada está bien, hija— sigue mamá— Aún así queríamos decirte que nos vamos a divorciar.
WTF.
WTFFFFFF.
— ¿Eh?
— Pensábamos en decírtelo después pero... todo problema comenzó con nosotros y es así como debemos hacer que termine.
— Suficiente daño te hemos causado y él que estés aquí es una prueba de ello.
— Mamá...
— Venderemos la casa y nos partiremos el dinero con tu padre. Tú decidirás con quien irte.
Me quedo callada. Con todas las cosas que pudieron haber pasado en éste corto tiempo, lo menos que esperaba escuchar era un divorcio. Sé que lo había deseado, lo mucho que lo imaginé, pero no me esperaba sentir un pequeño dolor al respecto. Era mi familia la que iba a desintegrarse, eran dos personas que alguna vez se habían querido la que iban a separarse. Dos caminos distintos, una historia terminada.
— Espero que algún día ambas puedan perdonarme— escucho a mi padre susurrar.
Decido tomar la mano de ambos y por fin decidir decir algo.
— Deseo que ahora sean felices, sé que lo serán.
— Tú también, Samantha.
##########
La conversación con mis padres me dejó fatigada. El cansancio era más mental que físico y por eso me hice la dormida para que me dejen sola y dar un suspiro de soledad para dejar de pensar por lo menos unos minutos. Me dejaron mi célular cerca de la camilla y luego de esperar algunos grandes minutos envío un mensaje a una persona que necesito ahora.
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Mi Estabilidad ✔️
RomanceLos problemas familiares y sociales han destruido gran parte de los jóvenes. Las etapas de la adolescencia se torna complicada cuando la ansiedad, presión y peso de varias cosas recaen, provocando que la depresión se haga presente. ¿Quién lo sabe pe...