Pensaba seriamente en ir o tal vez no. Quisiera decir que todo mi cuerpo estaba ardiendo por los nervios o que siento algún tipo de emoción que me esté volviendo inquieta pero... nop.
Es raro.
Tal vez yo sea la rara.
Bueno... eso me dijo mamá hace dos minutos.
Creo que por primera vez tomé un buen incentivo para animarme a salir de mi casa y obviamente giraba entorno a la petición de Jair. A noche lo pensé varias veces y todos esos pensamientos daban a una misma decisión: aceptar vernos.
A veces por salud mental es mejor evitar ciertos escenarios o sucesos pero, ésta vez era necesario enfrentar mi situación con él, por lo menos para aliviar mi corazón de alguna forma e incluso mi vida ya que los últimos tiempos giraban a su alrededor y de una vez por todas debía enfrentarme con la realidad.
Después de casi media vida me solté el pelo y lo peine bien, mi cabello rubio era super lacio pero quedo algo ondulado ya que lo tenía atado la mayoría del tiempo. Me apliqué algo de polvo y un poquito de gloss en los labios. Decidí no ponerme ni rímel ni lápiz de ojos por alguna razón en particular.
Orden de mi subconsciente tal vez.
— Dios nos agarre confesados... — mamá casi suelta un chillido al entrar en mi habitación— ¡Te soltaste el pelo!
— ¿Me queda mal?— pregunto con cierto temor.
Mamá suaviza su expresión de perplejidad y me sonríe con tranquilidad que al instante me genera paz. Se acerca a mi y me agarra de la mano para observarme mejor, su rostro destila algo de alivio porque después del accidente por primera vez me ve entretenida en algo que no sea en ir a la escuela, limpiar la casa y dormir.
— Te ves preciosa, Sam.
Nos interrumpe el sonido de mi teléfono y ya que está a lado mío podemos ver que es un mensaje de Jair. Tal vez no lo había sentido antes porque es como que no lo había tomado tan en serio, no lo asimilaba pero viendo su mensaje y sabiendo que ya está abajo esperándome hizo que sintiera una punzada de nervios que hizo que se me cortara un poco la respiración y replantearme en ir o no.
No seas cobarde ahora, Samantha.
— Jair ya está abajo esperándome — digo en voz alta más para mi que para mi madre.
Se tapa la boca con emoción y me da una palmada en la espalda.
— Suerte mi amor.
Me da un beso en la mejilla y con el corazón en la mano agarro mi teléfono, algo de dinero que guardo en mi bolsillo ya que no soy de usar bolsos y salgo de mi casa para encontrarme a Jair en la puerta a punto de tocar la puerta. Todas mis neuronas dejaron de funcionar una vez que lo veo vestido de blanco y con una rosa en la mano.
— Pensé que te habías arrepentido y entonces subí por ti — se rasca la cabeza nerviosamente y sonrío levemente ante su arrebato de ansiedad.
No sabía que decir y entonces mire nuevamente la rosa, sigue mi mirada y es como si de repente se hubiese dado cuenta que la tenía y rápidamente me la extiende. Mi corazón latía más rápido de lo normal y lo agarro sorprendida, emotiva y con un retumbe de alegría en mi pecho.
El tipo de alegría que solo provoca él desde que comencé a amarlo.
— Muchas gracias — no sabía que exactamente hacer para brindarle un saludo que me acerqué lentamente y darle un pequeño abrazo que él terminó alargando más de lo debido.
Mi cara quedo escondida dentro de su pecho ya que nuestro querido estimado era muy alto, por muy cursi que fuese, sentir el latido de su corazón se hizo muy tierno y el momento se hizo más inolvidable cuando comenzó a acariciarme el pelo. Por más pasajero que fuese el momento, me sentía indiscutiblemente feliz y lo real es que nadie sabía si volvería a tener ese momento tan bonito con él.
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Mi Estabilidad ✔️
RomanceLos problemas familiares y sociales han destruido gran parte de los jóvenes. Las etapas de la adolescencia se torna complicada cuando la ansiedad, presión y peso de varias cosas recaen, provocando que la depresión se haga presente. ¿Quién lo sabe pe...