T2.6

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_______ me volteó a ver, tenía los ojos rojos y un poco hinchados, claramente había estado llorando mucho. 

Tenía la bandeja de comida intacta.

- Jack – me dijo, esbozando una sonrisa minúscula, apenas visible

Me acerqué corriendo a ella y la abracé, la tenía al fin, en mis brazos, viva, estaba viva, joder.

La apreté contra mi pecho, sintiéndola, estaba aquí, conmigo, lloraba de la puta emoción.

- ¿Cómo te sientes, cariño? – le pregunté, me senté en el borde de la camilla, tomando su mano.

- Mejor, creo, me duele mucho la cabeza –

- Pronto nos iremos a casa – le di un beso en la frente.

- Bien – dijo volteando nuevamente a la ventana.

Se le veía tan triste, esta no era mi ________ de siempre, no podía culparla, habían sido muchos meses de tanto sufrimiento para ella, para mí, para todos. Me mataba verla tan triste, no veía esos cachetes esponjarse cuando sonreía, estaba gris, opaca.

- Vas a estar bien, amor, te lo prometo – le dije

- Estoy bien –

- Vale... estarás mejor, haré lo que esté en mis manos –

- Hablando de manos, ¿qué te pasó? - me dijo volteando a ver mis vendajes

- Digamos que... he dado su merecido a dos gilipollas –

- Ese es mi esposo – me dijo, poniendo una mano suya en mi mejilla, limpiando una lagrima.


- Te extrañé tanto, pensé que no volvería a verte, temí lo peor, temí perderte, que sepas que no pasó un solo día que no te buscara, discúlpame, discúlpame por no llegar antes – tomé su mano, la cual seguía en mi mejilla.

- Esposo, me sacaste de allí, yo no fui lo suficientemente fuerte para escapar por mí misma –

- ¿Qué dices? Eres la mujer más valiente que he conocido en mi puta vida, ¿me oyes? –

- Supongo que si –

- Lamento... lamento tanto, lo que pasó, lo que te hicieron... yo... me he hecho ya cargo de dos, prometo hacerlo con el resto –

- Está bien, en realidad, no me acuerdo de mucho, estaba muy drogada, para mi se sintió como si pasaran horas –

- Te prometo, que jamás, jamás dejaré que te ocurra nada de nuevo, sobre mi puto cadáver -

____ suspiró.

Entró una médica.

- Buenas tardes, ________, super intendente;... __________ no has tocado tu comida –

- No tengo hambre –

- Necesitas comer sólidos –

- Dije que no tengo hambre –

La médica me volteó a ver con ojos de "ayúdame".

- Yo me encargo – le dije a la médica, la cual salió de la habitación.

- Jack, de verdad, no tengo hambre –

- ¿Sabes que sigo siendo tu jefe, ¿verdad? – le dije con una mueca, tratando de sonreír un poco.

- No vas a sobornarme así –

- Y además tu esposo –

- Jack ... -

- Y prácticamente rey de esta ciudad, así que vas a comer –

- ¿O si no qué? –

- No volveré a vestirme de rosa los miércoles –

_____ me volteó a ver con cara de indignación.

- Eso es jugar sucio – dijo cogiendo la bandeja y acercándosela.

_____ tenía esta extraña diversión de que cada puto miércoles teníamos que dormir en pijamas rosas, ¿por qué? Ni puta idea.

Ella hablaba sobre alguna película basura, pero por verla feliz yo lo hacía, no me molestaba en absoluto en realidad.

Pero si un día no lo hacía, joder la que armaba en casa. Entonces prefería no rechistar mucho.

Notaba a ______ débil, sus brazos se veían delgados, y su piel muy blanca.

Tomé un plato que contenía sopa, junto con la cuchara, y comencé a darle en la boca.

- Esto es ridículo – dijo ella

- Shhh – le dije acercándole la cuchara a la boca.

- Esto sabe horrendo – dijo probando la cucharada.

- No puede estar tan mal –

- ¿Ah no? Pruébalo –

Lo hice. Joder que mal sabía, esto no era caldo de pollo, era agua de pollo. Dios, horroroso. Ugh.

- ¿A que está riquísima, ¿no? – me dijo _________ con sarcasmo

- Bueno coño, ¿Qué esperabas, una pizza? –

- Sería mejor que esta mierda la verdad... tiene meses que no como pizza –

- ...Dame un minuto –

Salí de la habitación.

¿Mi esposa quería pizza? Pues coño, por algo soy el super intendente.

Saqué mi radio del pantalón.

- Bien nenas, al primero que me traiga una pizza hawaiana al hospital no me lo agarro a porrazos por una semana –

Malla de mierda, llegaron cinco pizzas hawaianas de diferentes policías en un abrir y cerrar de ojos, no fuera para un puto QRR o un aviso de droga porque tardaban horas.

Volví a la habitación, con cinco pizzas.

A mi esposa le brillaron los ojos, e incluso sonrió un poco. Esa era mi amor, la que se ponía feliz con cosas tan sencillas como una pizza.

Me senté al lado de ella, comimos pizza, bebimos jugo. Pasamos toda la tarde platicando, claro que quien habló fui yo, le conté lo que había ocurrido en estos meses, no era mucho, pero trataba de hacer divertido el asunto.

Había caído la noche.

- Jack, ¿podemos irnos a casa? –

- Lo ideal sería que te quedaras en observación cariño –

- He estado mucho tiempo fuera, lo único que quiero es estar en casa, ¿sí? Por favor, tomaré mis medicamentos, y me portaré bien – me vio con esos ojos brillosos, dios.

- Vale pues –

Decidí hablar con un médico, que más que hablar, lo amenacé con que nos dejara ir, da igual, funcionó.

La llevé a casa. 

Mi súperintendente Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora