Curiosidad. (Jack Conway)

22

Abrí los ojos lentamente, la luz me cegaba y las mantas me rogaban por que me quedara junto a ellas. La almohada estaba sobre mi brazo, el cual se estiraba bajo mi cabeza, y por ende, bajo la almohada. Era consciente de mi postura, completamente despatarrada sobre la gran y cómoda cama en la que me encontraba. Hubiera seguido en la nube en la que estaba sumida, pero una mano sobre mi mejilla captó mi atención antes de que pudiera volver a dormir.

-Mira que eres vaga... -una voz suave, algo aguda, aunque bastante seria inundó mi mente.

-Mhm... -me revolví girando la cabeza en busca de menos claridad. No me apetecía levantarme, estaba agotada y cómoda: combinación perfecta para dormir hasta tarde.

-Katerine, que soy yo, coño. ¿No te vas a levantar?-algo hizo click en mi mente en cuanto logré diferenciar a quien pertenecía tan curioso tono de voz, y nada más hacerlo, abrí completamente los ojos notando cómo el sueño se evaporaba de mi cuerpo como agua en pleno verano.

-¡Víctor! -grité emocionada nada más verle, se encontraba de pie en el lateral de la cama en la que yo me encontraba tumbada, mirándome con una sonrisa y cruzándose de brazos.

-El mismo. -esta afirmación bastó para que yo rápidamente me abalanzase encima de él, haciendo que me atrapara entre sus brazos.

-¡Dios, cuánto te he echado de menos! -dije, recordando cómo había transcurrido aquella semana. Gracias a esto, y al llegar al último recuerdo el cual constaba de la vivencia de ayer por la noche, par de lágrimas rebeldes se colaron entre mis párpados, los cuales se cerraban con fuerza para no permitir su salida.

-Y yo a ti, pequeña... -me susurró acariciándome el pelo con cariño, mientras con su otra mano me abrazaba con fuerza, aunque nada en comparación con la fuerza con la que yo le abrazaba a él.- ¿Podemos sentarnos y hablar?

-Claro, perdón. -dije separando me avergonzada después de unos segundos, no solía mostrar este tipo de conductas tan impulsivas con nadie, incluso mi hermano mismo se veía sorprendido.

Ambos nos sentamos en el lateral derecho de la gran cama, la cual actualmente sabía a quien pertenecía, pero aún seguía sin saber cómo había aparecido allí.

-Te noto algo... Rara. -me dijo Víctor en tono de preocupación. Era verdad que me acababa de levantar y que mi cara probablemente no fuera la mejor de por sí gracias a eso, pero era probable que me hubiera dicho eso debido a mis ojos hinchados y rojos, mi maquillaje desastroso, o incluso por las lágrimas que caían cada mucho por mis mejillas, gracias al esfuerzo que ejercía en mi ojos por que no lo hicieran.

-Ya... Últimamente no ha ido como esperaba... -susurré desviando la mirada hacia la puerta, no quería que Conway escuchara mis palabras si se daba el caso de que estuviera en el apartamento.

-Explícame eso. -dijo entre preocupado e interesado, por un momento se me había olvidado que había estado ausente durante toda la semana en la que las cosas que había conseguido desde que llegué a la ciudad, se habían torcido desmesuradamente.

Por otra parte, al recordar su ausencia en esta última semana, recordé el tema que había estado solucionando, haciéndome sentir culpable por preocuparle con mis problemas de mínima importancia.

-No importa ahora. -dije tajante, volviendo a dirigir mi mirada a sus ojos, estos me miraron aún más inundados de preocupación. -Cuéntame todo lo que ha pasado esta semana, necesito saber que todo ha acabado.

Usé un tono extrañamente suplicante, como si de la respuesta de Víctor dependiera mi vida. Y aunque parezca una exageración, en parte lo hace.

-Solucionado completamente. -dijo con una sonrisa plagada de tranquilidad, aunque hubo algo en ella que no logré descifrar debido a su brevedad.

-Dios... -me llevé las palmas de mis manos a los ojos y alcé la cabeza comenzando a sonreír. Por fin algo iba bien, ¡por fin!