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Katerine's POV.
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-¡Katerine! -La voz de Conway me sacó de mis pensamientos bruscamente, haciendo que la espumadera que anteriormente sujetaba con mi mano izquierda saliera disparada a algún sitio aleatorio de la cocina.

-¿¡Qué!? -dije sujetándome el pecho a la altura del corazón con una mano, mientras que con la otra me apoyaba en la encimera de espaldas e intentaba regular mi respiración. -Qué susto me ha dado el hijo de...

-¿En serio me has dado esto? -dijo ahora desde la entrada del pasillo que daba a las habitaciones, a una larga distancia de mi posición, pero igualmente visible.

La imagen que acababa de aparecerse ante mis ojos era sencillamente épica:

Pantaloncitos de pizzas. Bum.

Comencé a reír con fuerza, aún apoyada en la encimera pero ahora levemente encorvada sobre mí misma. Cada vez que me calmaba un poco volvía a mirarle y mi risas se intensificaban cada vez más, hasta el punto de que él se cruzara de brazos y andara a paso firme hasta encontrarse delante de mí.

Su atuendo era sencillamente horroroso:

Tenía el pelo despeinado y levemente húmedo, aunque a decir verdad aquel peinado y aquella camisa negra ajustada le favorecían cantidad. Sin embargo, nada más bajar un poco la vista de aquellos brazos tonificados y figura esbelta, te topabas de golpe con unos pantaloncitos con un horrible estampado de pizzas mal dibujadas que arruinaban el outfit por completo.

-¡Te lo pusiste! -rei aún más fuerte, haciendo que mis ojos se achinaran tanto que llegaron a cerrarse.

-¡No, si te parece me los ceno! -aquel comentario hizo que recordara que el horno aún estaba en marcha, y que si Jack no hubiera interrumpido mi labor, lo hubiera apagado hacia unos minutos.

Me calmé un poco antes de girarme aún con una sonrisa surcando mi rostro y proceder a apagar el horno, el cual ya echaba algo de vapor.

Me puse las manoplas que colgaban de un ganchito en la pared, intentando no mirarle nuevamente, puesto que si lo hacía me sería imposible sacar nuestra cena del horno sin acabar con una quemadura de tercer grado en mi cuerpo.

-Mira que eres sucia... Me los voy a quitar. -anunció rodeando la cocina para apoyarse lateralmente sobre la columna de detrás de mí.

-Te quedarás desnudo, y ya sabes qué pasa si te quedas desnudo. -tras pronunciar esas palabras coloqué la bandeja ardiente sobre un paño en la encimera y silbé como solía hacerlo Gustabo mientras señalaba la puerta principal.

-Tengo boxers, y no es que este pantalón tape mucho más... -me giré para verle, mientras me quitaba las manoplas y procedía a coger dos platos limpios del escurridor.

-A mí me hacía ilusión que te quedaras con eso... -susurré haciéndome la dolida, mientras colocaba la misma cantidad de carne que de guarnición en cada plato. El de él tenía más cantidad, puesto que era consciente de las carencias alimenticias de este hombre, y probablemente no hubiera almorzado.

-¡Si son horribles! -me espetó, siguiéndome hasta la mesa la cual ya estaba puesta. Me gustaba tener todo perfecto y controlado.

-Van a juego contigo. -susurré divertida, a la vez que colocaba los platos uno frente a otro y me sentaba en mi respectivo lugar.

-Qué graciosa que estás últimamente. -dijo como siempre: amargado.

-¿No te gusta? Si quieres vuelvo al modo robot. -probé la carne en un pequeño trozo, y al degustarla, volví a hacerlo con uno más grande.

Curiosidad. (Jack Conway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora