29

1.7K 218 125
                                    

Katerine's POV.
.
.
.
.
.

A cada metro que me acercaba a comisaría, mis nervios aumentaban. Y no, no eran de esos nervios de los que sientes cuando te diriges a un sitio al que deseas con ansias llegar. Qué va, eran de ese tipo de nervios que te erizan los bellos de todo el cuerpo, que consiguen hacer que te mantengas alerta cada paso que das, y que te sientas tan sumamente mal por lo que podría pasar... Qué casi ni puedes conducir con normalidad.

Aquellos nervios acababan de hacer que me saltara un semáforo, pero por suerte, era ya casi de noche, y no muchos coches transitaban por los alrededores de comisaría a aquellas horas, aunque ésta estuviera transitada en todo momento, tanto del día como de la noche.

Llegué al parking de oficiales como estaba previsto, nerviosa y algo malhumorada, odiaba tener aquella presión en el pecho, y más después de la fantástica tarde que había tenido.

Me adentré por la puerta principal mientras guardaba mis llaves dentro de mi bolsillo. No necesitaría ir a los vestidores puesto que ya venía cambiada desde casa, me parecía más cómodo.

Al subir la vista hasta la multitud presente en aquella recepción, me di cuenta que estaba realmente reducida. Y ya que era la primera vez que iba a trabajar a esas horas, me sorprendió de sobremanera.

Fui a la armería directamente, justo después de picar para entrar de servicio. Me coloqué las armas reglamentarias y la porra en mi pistolera, cinturón y bolsillos. Aunque en el proceso, alguien muy conocido para mí se adentró en aquel habitáculo.

-¡Hombre! Señorita Katrina, ¿qué tal está usted? -Moussa acababa de traspasar la puerta de la armería, y nada más verme, su rostro expresó una radiante sonrisa que lograba achinar sus grandes ojos oscuros.

-Moussa, hemos hablado ya de esto. Soy Katerine, no Katrina. Ka-te-ri-ne. -dije divertida, sinceramente aquel chico me caía especialmente bien, era divertido, amable y un cielo en todos los sentidos. Siempre intentaba animarme de todas las maneras posibles, y aquella noche lo había vuelto a conseguir con semejante tontería.

-Oh, bueno. Discúlpeme señorita. Es que es tarde y ando un poco cansado ya del duro trabajo de pulisias. -su acento y manera de hablar me parecían muy tiernas, aunque no lo fuera a admitir nunca.

-Pues ahora entro yo, así que ya es hora de descansar, Moussa. -dije algo cansada, aunque manteniendo una leve sonrisa al menos mientras me encontrara en su presencia.

-El turno de noche no lo quiere nadie, señorita. La próxima vez avise a Moussa para que le haga compañía, mujer. -solté una leve risilla, ¿cómo podía ser tan bueno?

-A la próxima le avisaré, no me vendría mal hablar con alguien a parte de los comisarios y el superintendente... -susurré acercándome a la puerta de la armería, puesto que yo ya estaba lista. -Por cierto, ¿sabes dónde está? Tengo que preguntarle qué debo hacer ahora...

-Creo haber visto al súper en su despacho con una persona, pero no estoy muy seguro... -hizo un gesto dubitativo algo exagerado, a lo que yo reí mientras asentía.

-Muchas gracias, Moussa. A ver si nos vemos más a menudo, y buen servicio. -se colocó una mano firme en la frente y sonrió con ganas.

-Siempre a sus servicios, señorita... ¿Katerine? Usted tiene un nombre algo difícil de pronunciar... -sonreí amablemente y asentí.

-Sí... Es algo raro. -le concedí. -Bueno, me voy ya o me van a degradar. Que tengas una buena noche... -me despedí y salí de allí, escuchando de rebote cómo él se despedía enérgicamente. Era sin duda alguna un cielo.

Miré de reojo a las personas que se encontraban en la sala de espera, mientras me dirigía a la puerta que conectaba con el interior de la comisaría. Me adentré en ella sin poner mucha atención a mi exterior y crucé unas cuantas puertas más hasta llegar a las escaleras que llevaban a los despachos.

Curiosidad. (Jack Conway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora