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Acababa de despertar, sin embargo, no quería mostrarlo de cara al público, puesto que eso conllevaría que las maravillosas caricias que se me estaban brindando en aquellos momentos cesaran, y la verdad es que preferiría que fuesen eternas.

Sin embargo y por desgracia, comenzó a picarme la nariz con fuerza, y sin abrir los ojos, en un casto intento de aparentar seguir dormida, fruncí la nariz cual conejo para intentar remediar dicho picor. Aquello sólo consiguió que una leve y ronca risa masculina resonara realmente cerca de mi cuerpo.

Aquella risa era una de las más encantadoras y contagiosas que había escuchado de parte de aquel hombre, por lo cual tuve que hacer fuerza en mis labios para intentar no reír y descubrir mi tapadera de bella durmiente. Cosa que me fue imposible al notar que acercaba mi cuerpo al suyo con su prominente brazo, con el cual anteriormente me brindaba aquellas caricias en la cintura.

-Katerine... -me llamó de manera suave suave, probablemente con una sonrisa en su rostro.

-Cállate, que sigo dormida. -comenzó a reír con más fuerza que la última vez, esta vez contagiandome por completo, aunque aún mantenía mis ojos cerrados. -¡Shh, joder!

Mordí el interior de mis cachetes para obligarme nuevamente a estar seria, y por ende, aparentar que dormía.

-Estamos pegados, desnudos y mi amiguito no aguantará mucho tranquilo si seguimos así mucho tiempo más ... -anunció, y yo abrí los ojos de golpe.

-Mantén a tu amiguito, o mejor dicho, amigote, alejado de mi durante un tiempo, gracias. -le dije mirándole a los ojos, sin embargo, él sonrió con suspicacia.

-¿Ni una gayola matutina? Qué decepción... -frunció sus labios falsamente molesto, y procedió a incorporarse, solo que no se lo permití. -¿Qué haces?

-Shh... -solté el brazo del cual había tirado para devolverle a la cama, y bajé la mano con la que lo sostenía hasta palpar su cuerpo.

Bajé lentamente aquella mano, y me acerqué a su rostro para plantar un lento y delicado beso en él. Palpé sus pectorales, abdominales y uve... Aunque detuve la mano en esa zona para proceder a atacar su cuello con mis labios.

Fue entonces cuando mi mano siguió su recorrido, acariciando su miembro lentamente y estimulando el riego de sangre en aquella zona. Sus jadeos y suspiros solo hacían que me encantara aquella sensación, y que me sintiera superior ante él, por primera vez en mucho tiempo.

-Joder... -una vez comenzó a avanzar su erección, empecé a proporcionarle movimientos lentos y uniformes, colocando mi mano alrededor de su miembro y bajándola y subiéndola de manera apaciguada y excitante.

Me calentaba que gruñera con aquella prominente voz que tiene... Y me encantaba que lo hiciera como consecuencia de mis movimientos. Volvió a besarme, esta vez mostrando la excitación del momento, y revelándome la desesperación que sentía.

Pasaba lentamente mi dedo pulgar por el glande del miembro cada vez que mi mano pasaba por el borde de éste, proporcionándole aún más placer del que ya estaba sintiendo.

Tras unos minutos de incrementar la velocidad noté mi mano húmeda, y cómo su respiración agitada había llegado a su cúspide, y que ahora procedería a bajar de intensidad lentamente.

-No... No pensaba que lo fueras a hacer. -limpié levemente mi mano en las sábanas ya manchadas antes de sacarla de debajo de éstas y responderle.

-Yo tampoco... -le guiñé un ojo y volvimos a besarnos, esta vez de una manera más tierna, en la cual el deseo y la lujuria habían quedado a parte y solo quedaba el amor y cariño que sentíamos mutuamente. -Me voy a bañar, si quieres espera aquí.

Curiosidad. (Jack Conway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora