Oruguita de mar

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—¿Esta bien?—Con voz entrecortada por correr tan deprisa para llegar al reino de hielo—¿Qué tiene?

—Tranquilo, ya un doctor la atendió.

—¿Puedo verla?

—Si, pero no le hagas muchas preguntas, puedes abrumarla.

Mori entró a la habitación que le habían designado a Yosano, ella estaba despierta en cuanto lo vio entrar se cubrió con las mantas, no se sentía bien con los extraños. Pero Mori corrió a darle un abrazo

—¿Dónde estabas?,¿dónde está tu hermano?,¿que paso?

Yosano, estaba más que confundida y sorprendida por tal repentino contacto.—¿Quién eres?, ¿eres mi padre?, el que llaman su majestad dijo que él no lo era, ¿tú lo eres?

Mori volvió a abrazarla aun mas fuerte —Mi oruguita de mar.

—¿Eh?

—Así es como te llame la primera vez que te vi, incluso antes de saber tu nombre, no quisiera inundarte con muchos detalles —acarició suavemente la cabeza de Akiko —Es una historia que has escuchado más de una vez, cuando eras pequeñita te gustaba que te la contara. —se separó de ella —Quizás si te la cuento tu mente recuerde algo.

Yosano lo miró con ojos muy expectantes y Mori continuó con la historia. —Esto pasó hace dieciocho años.

—Ougai, no puedo estar contigo, estoy muy ocupado, deberías tener una actividad recreativa además de molestarme en horas de trabajo —remedaba el tono frío con que Fukuzawa lo había echado de su reino —Solo porque eres lindo y estamos juntos te perdono—decía mientras caminaba por la arena de una playa a la que había ido, el caminar en la arena, escuchar las olas del mar y la brisa marina siempre le hacían bien, caminó un poco más, hasta que escucho un llanto. atraído llegó hasta un montón de piedras, a primera vista no vio nada, hasta que otra vez el llanto se hizo presente, entre la piedras había lo que parecía ser una balsa hecha pedazos, en ella había un bebé que lloraba con bastante desesperación.

—Quizás los humanos locales te encuentren, no llores tanto —le decía a la distancia.

Pasaron cinco minutos más y el llanto no parecía parar y la marea empezaba a subir, subía y subía, a casi nada para que el bebé fuera cubierta por el mar Mori decidió intervenir

—dudo que sepas nadar—decía mientras sostenía a la pequeña criatura desde lo alto de la piedra de donde había observado todo. —jajaja, así pareces una oruga, tu madre debió arroparte con bastante esmero, un pequeño capullo con un bebé dentro.

El llanto se detuvo, y fue reemplazado por un hipo.

—Ya, ya, ya, mejor busquemos un lugar para que te quedes, después de recorrer el lugar se dio cuenta que el portal que había abierto daba a una isla despoblada, era obvio que jamás encontraría a alguien.

El bebé nuevamente comenzó a llorar.

—Solo porque has corrido con mala suerte, seré bueno contigo —Abrió un portal directo a su reino, ordenó a todos los sirvientes comida, leche y ropa de bebé.

—Su majestad, ¿es niña o niño? —pregunto una sirvienta

Aun con el bebé en brazos —No lo se—colocó al bebé en su cama y empezó a desenvolverlo—¡Es una niña!—Ante esta información las sirvientas enseguida le hicieron llegar ropa para la bebé.

—¿Qué hacemos con esto?—preguntó otra sirvienta con las mantas de la niña.

—Solo lávenlas y guárdenlas, esperen, ¿Qué dice ahí? —tomó la manta y en ella estaba bordado un nombre —Yosano Akiko, es un buen nombre.

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