Terminé con mi novio; Bert McCraken.
Él me engañó todo el tiempo que estuve a su lado, soporté humillaciones, soporté comentarios de mal gusto y además que siempre estuviera criticándome. Lo soportaba porque realmente lo quería, era como si ambos estuviéramos hechos el uno para el otro, sin embargo él no dio esfuerzo alguno y lo mandó todo al carajo.
Cinco años, cinco malditos años soportando toda su mierda.
Soportando su mal humor, sus caricias tan frías y sus besos tan ariscos, asquerosos, iguales a él.
Maldito rubio frentón con complejo de rey.
Aún recuerdo de que manera lo encontré en nuestro departamento, estaba teniendo sexo con una chica, en nuestra cama, en donde nosotros habíamos hecho "el amor" tantas veces, pero no me sentía mal, sólo me dolía tanto tiempo desperdiciado. O al menos eso quería creer.
Era como un ciclo que nunca terminaba; siempre terminábamos y regresábamos, pero está vez sería la definitiva.
— Gerard, no es nada, ella no significa nada—dijo, mientras subía sus pantalones.
— Por supuesto que no es nada, Bert —Suspiré, mientras daba la media vuelta para salir de ahí.
No sentí nada, absolutamente nada, no sentí dolor, tampoco sentí rencor, sólo quería retirarme de aquella escena tan repugnante. Tomé mis llaves que había dejado en la barra de la cocina y salí del departamento, caminé hacía el edificio de mi hermano, cuando llegué, subí las escaleras y toqué su puerta, segundos después está se abrió.
—¿Puedo quedarme a dormir, Mikey? —pregunté con cansancio.
— Yo estoy bien, Gerard. Gracias por preguntar, ¿Y tú cómo estás? —respondió Mikey, noté el sarcasmo en su voz.
—Mal, Bert me engañó. Y al parecer no puedo quedarme contigo, así que iré a un hotel.
Miré a mi hermano a los ojos y él me miraba como esperando a ver a que hora le decía que era una broma, sin embargo al ver mi cara de seriedad, sonrío y se disculpó.
— Lo siento, Gee. Tú sabes que puedes quedarte en mi departamento las veces que quieras, anda pasa, sólo que estoy con un amigo.
— Prometo no estorbarte, gracias hermanito.
Se retiró del marco de la puerta, invitándome a pasar, caminé hacía la sala, encontrándome a un chico de cabello negro sentado en el sofá rojo, tenía múltiples tatuajes y unos ojos de color exquisito; color miel. Él me miró de arriba a abajo, al parecer me estaba examinando, hasta que Mikey llegó a la sala y nos presentó.
— Gerard, él es Frank, un amigo de la universidad. Frank, él es Gerard, mi hermano —él movió la cabeza en modo de saludo, yo sólo levanté mis dos manos, dándole a entender que no tenía que hacer eso, el chico asintió con la cabeza.
— Me retiro Mikes, hoy no ha sido mi día, hasta luego Frank—el pelinegro sólo sonrió y mi hermano asintió con su cabeza.
Me despedí de ambos y caminé al cuarto de mi hermano, gracias al cielo, él tenía una cama grande en donde podíamos dormir los dos, me desvestí y busqué en su ropero, algunas prendas que tenía guardadas por cualquier cosa. Tomé una pijama desgastada, una toalla y mis boxérs para darme una ducha, cuando estaba a punto de entrar al baño, escuché que Frank hablaba con mi hermano, la curiosidad me ganó y a pesar de que sabía que es de mala educación husmear en cosas que no son de mi incumbencia, me quedé allí parado con la respiración casi inaudible, escuchando a hurtadillas.
— No, Frank. No puedes hacer eso, no puedes quitarte la vida—Michael se escuchaba enojado, pero detrás de eso podía escuchar el timbre nervioso de su voz.
— No tengo a nadie en este mundo, Mikey... ¿Por qué tendría que quedarme? Mi padre me maltrata, mi madre me dejó abandonado con ese monstruo.
— Me tienes a mí, enano, eres mi mejor amigo y sabes que puedes contar conmigo.
— Mikey, gracias de verdad. Pero no planeo quedarme en un mundo en donde nadie me necesita.
¿Por qué aquél chico quería quitarse la vida? Y sobre todo, ¿Por qué mi corazón dolía cuando me imaginaba que estaba muerto? Probablemente ni siquiera lo volvería a ver, después de lo que dijo Frank, todo quedó en silencio entonces dí por terminada aquella charla y proseguí con lo planeado.
Cuando salí de la ducha, me puse la pijama; un pantalón que tenía pequeños osos y una playera completamente blanca, después de salir del baño, me dirigí a la cocina, esperando ver a mi hermano, pero él no estaba; sin embargo me encontré a su amigo.
—¿En donde está mi hermano? —Cuestioné mientras abría el refrigerador, más que nada por costumbre.
— Fue a la tienda, creo que fue por café y leche.
— Ah, ya entiendo.
Al parecer Frank no era de muchas palabras, de todas maneras, no tenía de que hablar con él y tampoco es como si me muriera por entablar una conversación con él, mis pensamientos iban y venían, cuando el pelinegro los interrumpió.
— Al parecer es de familia lo de pintarse el cabello, ¿no? —Frank sonrió. Tenía una bonita sonrisa, los labios eran delgados y rosados, un pequeño aro adornaba el lado izquierdo de su labio inferior.
— Supongo que sí, algo debíamos de tener en común con Donna.
—¿Quién es Donna? —Preguntó Frank.
— Mi madre, ¿Mikey nunca te ha contado de ella? —mi cara representaba una confusión muy grande, ya que él era el más cercano a Donna.
—Mikey nunca habla de ella, supongo que tú tampoco y deben de tener alguna razón, lamento la pregunta — él pintó en su cara una sonrisa nerviosa.
Yo le devolví aquel gesto, pero mi sonrisa estaba llena de honestidad.
— Oh, no te preocupes por ello, realmente no hay ninguna razón, incluso me extraña un poco que él no hable de nuestra madre; siempre ha sido muy cercano a ella.
— ¿En serio? Él nunca menciona a nadie de su familia, ni siquiera sabía de tu existencia hasta hoy que cruzaste la puerta de su departamento.
— ¡Que extraño! —supuse con eso estaría cerrada la conversación, no tenía mucho que decir.
Él asintió y su cabello le cayó alrededor de la frente; formando pequeños alacranes negros. Yo sonreí.
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"Tal vez si Mikey jamás hubiera ido a la tienda, no estaría pasando lo que ahora pasa".
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Something About You | Frerard
Fanfiction"Frank, si yo logrará decir algo de ti, es que eres la mejor persona que he conocido y que has cambiado mi vida."