Décimo Primera Parte.

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Frank entró a la recámara y se sentó en la punta de la cama, yo no me moví, cerré los ojos de nuevo y suspiré. Sentí que Frank me veía, yo simplemente estaba esperando a que él hablara.

- Gerard, sé que escuchaste la plática de hoy en la mañana y estás molesto conmigo y con Mikey...

- Ajá - contesté.

- Bueno, quiero pedirte perdón por ocultarte las cosas y cualquier cosa que quieras saber, la responderé, lo prometo.

- No quiero saber nada, Frank.

- Gerard, no te pongas así...

- ¿Y cómo quieres que me ponga si mi hermano y mi novio me ocultan cosas?, ¿quieres que brinque de felicidad? - Medio grité, la molestia se escuchaba a kilómetros.

- Ya te dije que lo siento, carajo, también te dije que me preguntes lo que quieres saber. - Contestó Frank.

- Lo único que quiero es que desaparezcas, vete de mi recámara.

- Perdóname Gerard, pero esto no es así, se supone que debemos de arreglar las cosas - dijo Frank, tratando de controlarse.

- Sabía que no debía de enamorarme jamás, estoy... ¡ESTOY ROTO Y TÚ ME ROMPERÁS MÁS!

- ¡No es mi culpa que tu vida haya sido mediocre! - Gritó Frank, mirándome fijamente.

- Bueno, entonces déjame a mí y a mi mediocridad en paz y vete de aquí - Susurré.

Las lágrimas estaban invadiendo mis ojos, nublaban mi vista, Donna siempre había tenido razón, soy un mediocre hasta para la persona que amo.

- Ge-Gerard, yo lo s-siento - dijo Frank.

Malditas palabras fingidas, como él, tomé un perfume que estaba en la cómoda y se lo avente, aquél esquivo el golpe y me miró atónito, después su mirada cambió a molestia.

- Eres un miserable, y yo... ¡YO YA NO VOY A ESTAR AHÍ PARA TI!

- Nunca estuviste para mí, nunca.

Frank salió del cuarto azotando la puerta, yo me quedé ahí en la cama, sollozando, Frank me había dicho mediocre, y tenía razón, lo era.

Me quedé dormido, al día siguiente desperté con los ojos hinchados, Mikey estaba a mi lado, me levanté procurando no hacer ruido y me fui al baño, hice la rutina diaria, con diferencia que hoy las ojeras eran más marcadas y mis ojos color esmeralda contrastaban con el rojo que tenía. Tomé mi ropa, me cambié y abandoné mi departamento, no quería ver a Frank, para nada, es más hoy mismo terminaría con él, caminé hacía el parque y me senté en aquella banca, mi banca preferida, tomé un cigarro y lo encendí.

Inhale la nicotina.

Relajación.

- Hola "sólo Gerard" - reconocí la voz de inmediato.

- Hola Lindsey - Susurré.

- Oh, suenas apagado, ¿pasa algo? - Cuestionó la pelinegra.

- Muchas cosas, que supongo, no importan - Le sonreí.

Ella frunció su entrecejo, y después alzó sus cejas, mientras acariciaba su sien.

- Si estás mal si importan, ¿qué ha pasado? - Preguntó.

- Mi novio, mi novio piensa que soy un mediocre...

- ¿Y por qué piensa eso?

- No lo sé, me lo dijo ayer mientras peleamos.

- Ah, ahí está el peine. - Sonrió - Estaba molesto, todos decimos cosas malas cuando estamos molestos.

- Tienes razón, supongo... - Reí.

- ¿Cuánto tiempo llevan?

- Bastante, pero apenas nos hicimos novios oficiales, yo lo amo, nunca me había enamorado.

- Cuando uno se enamora, la caga completamente... Pero es lo mejor que te puede pasar, además una relación que vale la pena, pasará muchos problemas.

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Elena siempre decía que si algo vale la pena, siempre tendrás que atravesar los obstáculos.

- Gerard, cuando te enamores no te rindas fácilmente, lucha por lo que quieres. Si vale la pena será difícil, y créeme que tendrás una gran recompensa a lo último.

- Abuela, nunca me voy a enamorar.

- Eso dices ahora porqué estás pequeño.

- Y lo sostengo.

- Ya te veré, derrochando baba por la banqueta.

- Ay, Abuela.

- Cuando ames a alguien hazlo saber.

Elena siempre me daba consejos de amor, siempre. Tal vez ella sabía que el amor que tendría sería complicado.

†††††††††††††††††††††††††††

Yo miré a Lindsey, le sonreí, está chica era como un ángel caído del cielo.

- Tienes razón, Lynz. ¿Y tú tienes novio? - Cuestioné.

- No, pero estoy enamorada de un chico increíble, aunque no tengo oportunidad - Suspiró.

- Oh... ¿Y por qué no?

- Él ya está enamorado, pero eso no importa. Mientras él sea feliz, yo también lo seré.

- Que tonto aquel chico, eres muy linda.

- Gracias, Gee - Suspiró.

- Deberíamos salir a comer un día de éstos, así te presento a Frank.

- Claro, cuando quieras - sonrió débilmente.

- Me voy Lynz, te veo en la escuela.

- See you later - Contestó ella.

Yo la besé en la mejilla, y ella movió su mano en modo de despedida.

Cuando llegué a casa vi a Frank sentado, yo pasé a su lado y él tomó mi muñeca y me miró, en sus ojos se veía el arrepentimiento.

- Lo siento, Gerard. Ayer no supe controlar mis palabras, y dije cosas que no quería.

Yo sólo lo abracé, y besé su frente.

- Lo sé, Frank. También perdoname, una pelea la hacen dos.

Él me besó, sentí que en ese beso me entregaba todo, yo me aferre a su cabello, pegandolo más a mí, él acarició mi espalda y después me quitó la playera; yo lo cargue y me dirigí hacía su recámara.

Los besos se volvieron más exigentes y lujuriosos, ambos ya teníamos la ropa fuera y estábamos sudados, él tenía una pronunciada erección, y yo, yo ya me moría por estar dentro de él.

- Hazlo - habló.

Yo lo miré y sonreí.

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"Frank, me duele bastante recordarte. Pero recordar es bueno y tú siempre serás parte de mí"

Something About You | FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora