Capítulo 3

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EL AMOR TODO LO PUEDE

Conociendo a Noah Stone

Narra Ethan

Otro día más de universidad y justamente me encuentro en la clase de dibujo técnico, pues lo que yo estudio: es arquitectura. De pronto el rector interrumpe la clase y junto a él se encuentra un chico bastante raro, cabellos coloridos, de un rojo intenso; su vestimenta es floja, lleva un piercing en el labio y sus tatuajes a la vista. A lejos se ve que no es de aquí, pero no voy a negar que sus tatuajes me gustan.

—Él es Noah Stone, viene de Estados Unidos y es un estudiante de intercambio de la Universidad Cali, en California —lo presenta―. Al igual que ustedes, el joven estudia arquitectura, espero y se lleve muy bien con alguno y lo puedan ingresar a su grupo.

Todos prestamos atención, miramos al chico, pero en su mirada solo se puede presenciar una sola cosa: desprecio. Hace notar como si lo estuvieran obligando a estar aquí, ni siquiera ha dicho alguna palabra, está totalmente mudo.

Él chico pasa por un lado mío, justo tomando el asiento de a un lado, me le quedo mirando detallando sus tatuajes, parece notarlo, así que cuando se sienta me ve con cara de pocos amigos y después gruñe diciendo:

—¿Te gustan?

«Seguro se refiere a sus tatuajes».

Asiento con la cabeza y le doy una mirada penetrante para que no sienta que me intimida.

—Me alegra saber eso, porque los tuyos a mí no — dice él, con una voz despreciable.

Desde este preciso momento, puedo decir que ese chico y yo, para nada del mundo vamos a llevarnos bien. Porque si él tiene las bolas para venir con esa actitud a mi universidad y creer que puede mirar a todos desde la cima, está muy equivocado. Ya veremos cuáles bolas son las que pesan más; las mías o la de él.

—¿Acaso te pregunté? —le respondo de una manera despectiva.

Él solo suelta una risita y se voltea hacia el frente y empieza a menear el lapicero de un lado hacia el otro.

«Idiota, no se imagina quién es Ethan Morris».

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En el descanso, camino rumbo a la cafetería solo, Ashton encontró una nueva conquista y el idiota me abandonó por un par de tetas. «Típico de él».

Miro en una de las mesas a Adam y a mi hermana, y sin dudarlo voy hacia ellos, en estos momentos no me importa hacer un mal tercio.

—¿Qué hay? —llego y pregunto mientras le quito a Alisson el sándwich y me lo empiezo a comer.

—¡Ethan! —se queja―. Ese era de pechuga —añade haciendo un puchero.

―Ahorita te traigo otro, nena ―le dice su novio y besa sus labios para que quite ese puchero.

Yo ruedo los ojos, ver tanta miel me empalaga. Culparé a ese par si llego a desarrollar diabetes a mi temprana edad. Adam se levanta y va a comprar otro sándwich para la mimada de su novia.

—¿Y Ashton? —cuestiona Ali.

—Con una chica.

—No sé por qué no me sorprende ―niega con la cabeza.

—¿Por qué es Ashton? —pregunto sonando obvio.

De pronto siento un olor a perfume demasiado empalagoso y no está demás adivinar quién es la que lo lleva. «Ya deliro con ese aroma tan horrible y para hacerlo más dramático, se ha quedado impregnado en mis fosas nasales».

El amor todo lo puede ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora