Capítulo 7

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EL AMOR TODO LO PUEDE ♡

Quiero que me hagas el amor

Narra Ethan

Quiero parar de besarla, pero no puedo, es como si algo en mi interior me dijera que la bese y no pare de hacerlo hasta saciar las ganas, pero la realidad es que las ganas no se van, las ganas siguen aquí, dentro de mí y me queman lentamente. Maldita sea mi vida, maldito sea mil veces yo, pero esta niña me está enloqueciendo, porque entre más quiero alejarme de ella, más la quiero tener a ella, a mi niña, a mi pequeña duendecilla.

—Humm —ella gime en mis labios.

«Mierda, sus gemidos son como melodía para mis oídos, su olor a fresas es como mi bebida embriagante perfecta, ella es lo es».

Me alejo de sus labios y coloco mi frente chocando con la de ella, nuestras respiraciones se mezclan entre sí y me hace querer volver a repetir el acto.

—Tenemos que parar, Sam ―suplico―. Tenemos que hacerlo —en voz entrecortada, excitada y ronca, salen mis palabras.

—Yo no quiero parar, Ethan, al contrario, quiero más —confiesa.

—Mierda Sam, no sigas con esto, por favor, no sé cómo detenerme y la única que puedes hacerlo eres tú, por favor dime que pare, por favor ―suplico. Me siento aterrorizado y no sé cómo detenerme.

Ella me toma de las mejillas obligando a que mis ojos la miren. Pero lo siguiente que me dice, hace que sienta más temor.

—Quiero que seas tú, el dueño de mi primera vez, Ethan Morris.

—Sam, para por favor, para —murmuro en sus labios, mientras a la vez, niego con la cabeza.

—Quiero que recorras mi cuerpo con tus manos, quiero demostrarte que puedo ser más que una niña, quiero sentir una y mil sensaciones provocadas por ti, Ethan. Quiero que me hagas el amor.

«A la mierda todo».

Vuelvo a besar a Sam, esta vez, un poco más lento, pues no quiero que sienta miedos. La cargo haciendo que ella enrolle sus piernas sobre mi cintura, ella vuelve a gemir al sentir mi dureza y vuelvo a repetir lo mismo, sus gemidos son la melodía perfecta para mis oídos. La llevo hacia las escaleras, en realidad nunca había estado en la segunda planta, no sé ni siquiera cuál es su habitación, pero ella parece leer mi mente, y pienso en que ella tiene razón cuando dice que somos como almas gemelas.

—Al fondo a la izquierda, la puerta rosa es mi habitación —me dice ella y nuevamente vuelve a besarme, esto es una maldita adicción y no sé a dónde vamos a parar, pero por ahora no quiero que pare ya.

Abro la puerta de su habitación y la bajo para que vuelva a tocar el piso, me río en mis adentros al mirar la habitación, claramente su color favorito es el rosa, puesto que hay rosa por todas partes. Sobre su cama hay almohadas con funda rosa pastel, tiene unos cojines rosas en forma de corazón y un estante lleno de osos de peluche.

—Seguro estarás pensando que sí soy una niña —dice ella un poco avergonzada—. Pero si tengo todos esos osos de peluche es porque son recuerdos de mi papá, él me daba uno cada que yo cumplía un año más de vida, es por eso que tengo 15 de ellos, solo 15 años la vida le permitió obsequiarme esos osos ―me cuenta.

Me acerco a ella y rodeo mis brazos por detrás y paso mi dedo anular por su ombligo descubierto.

—Lo amabas, ¿cierto? ―cuestiono y ni siquiera sé por qué es que me importa.

—Mucho. Fue el primer hombre que amé y el cual también me partió el corazón cuando se fue — dice ella mirando el estante.

Sam se voltea y pasa sus brazos sobre mi cuello, se pone de puntitas intentando alcanzar a darme un beso, pero le es imposible, ella es muy enana.

El amor todo lo puede ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora