Capítulo 11

2K 238 10
                                    

EL AMOR TODO LO PUEDE

¿Qué estás haciendo conmigo?

Narra Ethan

Doy una, dos, tres malditas vueltas en la cama; es sábado, son las 11:00 de la noche y yo preferí quedarme en el departamento. No tengo ánimos de salir, no tengo ánimos de hacer nada, y en lo único que mi mente puede pensar es en ella, mi pequeña duendecilla, en esa niña que no sé en qué momento se metió en mi cabeza. No puedo olvidar su mirada de dolor cuando miró esa escena con Juliet, quise explicarle, pero ella no quiso escucharme.

Me levanto de la cama y camino de un lugar a otro con las manos en la nuca, soltando toda la frustración que tengo en mi interior. La persona que podría tranquilizarme en estos momentos sería Alisson, pero ella salió está noche con Adam y no quiero meterla en mis asuntos, la segunda persona es Samantha y creo que sería la única persona la cual me puede explicar por qué demonios no sale de mi cabeza.

Me visto rápidamente, hace frío así que me coloco un pans, una camisa, un suéter, un gorro y me pongo mis tenis, se preguntarán tal vez a dónde voy a ir y sé que la idea suena descabellada, pero necesito verla, necesito ver a Sam. Esto me está matando y no puedo esperar a que sea lunes y tenerla que mirar en la universidad, necesito verla ahora y saber qué es lo que piensa de mí.

Salgo de mi departamento con las llaves y el casco de la moto en las manos, bajo del edificio directo al estacionamiento en donde tomo la moto, la enciendo y salgo del lugar, al instante siento el frío de la noche congelar mi cuerpo, pero aun así no me importa, lo único que me importa ahora es verla.

Estaciono la moto justo fuera de la casa de Sam, todo se mira oscuro, su habitación está en la parte de atrás y como un maldito ladrón me voy a meter por el pasillo de a un lado, para poder llegar hasta el patio trasero, en donde me va a tocar trepar un árbol para poder llegar a su balcón.

Cuando estoy trepado en el árbol, decido llamar a Samantha, solo espero y sí me responda, porque va a volverme loco si no la tengo de frente. Suena una, dos, tres, cuatro y nada... Vuelvo a intentare insisto dos veces más, hasta que por fin escucho su voz y es como una relajación para todo mi cuerpo.

—Hola— responde ella con su voz adormitada.

—Hola, pequeña duendecilla.

—¿Ethan? ¿Qué demonios? Es de madrugada ―bufa―. ¿En tu otra vida fuiste una especie de búho o qué?

Sonrío ante sus ocurrencias.

—Deberías abrirme la puerta, la verdad es que hace bastante frío aquí afuera y necesito entrar en calor ―toco la puerta de su balcón para que ella se dé cuenta de qué estoy hablando, enseguida me abre y me sonríe al verme, ambos aún tenemos los celulares en nuestros oídos.

—¿Puedo pasar? ―cuestiono con una sonrisa.

—Estás verdaderamente loco, Ethan Morris.

«Por ti». No se lo digo, solo lo pienso muy dentro de mí.

―Sabes que hacer esto es como muy cliché, ¿no? ―ríe.

―Sam, la vida es un chiché.

Ella me hace una señal con su cabeza para que pase y así lo hago, pues no pretendo seguir congelándome un minuto más.

—¿Está tu mamá? —le pregunto cuando por fin entro a su habitación.

—No, a ella le tocó guardia está noche ―se encoje de hombros.

—De haberlo sabido antes, hubiera entrado por la puerta principal, sin haber trepado a un árbol ―bufo―. Sí, tienes razón, eso que hice es muy cliché.

El amor todo lo puede ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora