Capítulo 24

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EL AMOR TODO LO PUEDE

«Quiero que solo me veas a mí».

Narra Sam

Es sábado por la mañana, el cielo está mayormente nublado y algo oscuro por la próxima tormenta que no ha de tardar en caer. Mamá está trabajando y Adam no se ha pasado por la casa. ¿Por qué les cuento esto? Porque estoy totalmente aburrida y se preguntarán por qué no salgo con Noah y es obvio, hace un frío terrible. Si me llamó para invitarme a desayunar, pero no tenía ganas de salir, siento congelados hasta los dedos de mis pies. Bajo a la cocina por una taza de café y acompañarlo con unas galletas, después volveré a subir a mi habitación y me volveré a meter debajo de mis cobijas.

Voy subiendo las escaleras con mi café y mis galletas, abro la puerta de mi habitación y lo primero que siento es el aire helado entrar por las puertas de mi balcón, ¿pero qué? Se supone que yo la tenía cerrada, seguro olvidé ponerle el pasador y con el viento se abrió. Dejo mi café y las galletas sobre el buró y salgo hacia mi balcón, observo para ambos lados mientras abrazo mi helado cuerpo; vaya, sí que es un día para estar todo el día en cama, cierro las puertas de mi balcón asegurándome que esta vez, si le ponga el seguro.

—¿Tienes frío, amor mío?

—¡Aaaaaaaah! —pego un grito y enseguida volteo a mirar a la persona que se encuentra en mi habitación.

Ethan Morris.

—¡Me vas a matar, Ethan! —exclamo molesta mientras golpeo su brazo—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Toqué el timbre y no abriste la puerta.

—Oh, sí, el timbre, está descompuesto, pero eso da igual. ¿Por qué entras a mi habitación, así como así?

—No tenían pasador las puertas de tu balcón.

—¿Y eso qué? Eso no te da ningún derecho de aparecer cada que te da la gana y meterte en mi habitación.

—Te miras tan chistosa así enojada, justamente como un duende gruñón.

—No estoy de broma, Ethan ―me cruzo de brazos―. ¿Qué quieres y qué haces aquí?

—Quería verte, quería estar contigo.

—¿Ah sí? Pues ya me viste, ya estuviste conmigo, ahora si me disculpas, no quiero ser grosera, pero creo que lo mejor será que te vayas ―señale la puerta.

—No quiero hacerlo.

—Ethan, por favor ¿Qué van a pensar los vecinos?

—Que tienes un novio guapo.

—Oh, sé que lo tengo y ese no eres tú.

Guarda silencio, sé que le di justo en su ego.

—Solo déjame estar un momento contigo ―pide.

—No.

—Por favor, Sam, yo te dejaba estar conmigo.

—¡Pero me corrías! ―me quejo.

—Lo mismo estás haciendo conmigo, así que ya estamos a mano.

Odio cuando tiene toda la boca llena de razón. De pronto escuchamos el timbre sonar y ambos nos volteamos a mirar a la cara.

—¿Qué no dijiste que el timbre no funcionaba?

—¡Mira qué casualidad! Ya funciona ―me reí.

—¿Tú sabías que yo había venido y aun así me dejaste afuera muriendo de frio? ―abre su boca aparentemente ofendido.

El amor todo lo puede ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora