7 - La fractura -

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CAPÍTULO SIETE

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CAPÍTULO SIETE

LA FRACTURA

La noche fue un tanto revoltosa

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La noche fue un tanto revoltosa. Penguin había traído frutas con alcohol para comer y aquellos que las tomaron (Tsubasa y Ruka) quedaron bajo sus efectos. El sempai no tuvo muchos problemas, ya que soportaba los efectos bastante bien. Sin embargo, para Ruka sus efectos fueron evidentes. Para suerte de todos, el chico se calmó y se durmió profundamente al lado de su mejor amigo. Una imagen que valía la pena immortalizar. 

Lentamente, Mikan también cayó dormida. Tsubasa había decidido que pasaría la noche en vela, haciendo guardia. La noche era muy tranquila. A penas se escuchaban algunos animales corretear. No obstante, aquella pacífica paz terminó con la abrupta tos de Natsume. Tsubasa se apresuró a socorrerlo, pero se congerló a ver la sangre que había en su mano. El azabache estaba en su límite. Su alice lo estaba matando lentamente. 

— ¡Calla! ¡Despertarás a Ruka!

— ¡¿Qué dices?! ¡Estás sangrando! — la preocupación invadió a Tsubasa.

— No  es nada, déjame... ¡Y calla! — Natsume se aferraba a su colgante mientras pedía a su sempai que mantuviera el secreto — Enseguida se me pasará.

—¿Cómo que no es nada? Pero si... —Tsubasa recordó a su amigo, Kaname. Un chico frágil y enfermizo que tenía el alice que acortaba la vida. No podía ser verdad. Natsume no podía tener ese alice — ¿Desde cuando...? ¿Desde cuando te pasa eso?

— ¡No se lo digas a Ruka! — le ordenó con fuerzas, aunque en su estado eso era imposible — ¡Qué no se entere! No les cuentes nada. ¡Como digas algo, te mato!

— ¡¿No te das cuenta de la situación?! Seguro que sabes bien que no deberías seguir haciendo esfuerzos... 

— "¿Desde cuándo" preguntas? Dentro de poco hará un año. Ya hace un año que estoy asi, trabajando para la escuela. No quiero compasión. Olvida lo que has visto o el día menos pensado tendré que apuñalarte por la espalda. 

La conversación finalizó con esa frase. Natsume regresó al lado de su mejor amigo y Tsubasa se quedó pensando toda la noche. Ume, quien lo había observado todo desde la copa del árbol, no pudo evitar questionarse si así había sido la vida de Nashi. Escondiendo su dolor y sufrimiento ante los demás mientras se sobresforzaba para ayudar a la organización. En un acto de contener sus emociones, apretó con frustración su puño. Nashi siempre le sonreía y decía que no ocurría nada. Lo vio colapsar varias veces, pero nunca entendió la situación. Mientras él se moría lentamente, ella no se percataba de lo roto que se encontraba por dentro. Él era como Natsume: ocultando su dolor de los que quiere para no preocuparlos. Que estúpidos eran. Eso solo sembraba más y más preocupación en aquellos que los rodeaban... No podía permitir que la historia se repitiese... Natsume no podía morir.  No iba a permitir que más gente pasara por ese dolor. El vacío que dejaba un amigo, un hermano, no se podía llenar con nada. La muerte te arrebataba una parte de ti y, caprichosa como era, nunca te la regresaba. Podrías llenar el hueco con amigos nuevos, familia y amor, pero esa espina seguiría clavada en tu pecho para toda la vida. Ume lo comprendió un año después de que Nashi muriera. No fue hasta que decidió fugarse que lo comprendí.

Gakuen Alice: El último deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora