13 - En un segundo -

28 11 0
                                    

✶ ✶ ✶ ✶

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

✶ ✶ ✶ ✶

CAPÍTULO TRECE

EN UN SEGUNDO

« Querida Akkiko,

No sé si esta carta llegará a tus manos, pero aun así he decidido escribirte. Hay costumbres que no podemos perder. Hace un año, más o menos, me hiciste tomar una decisión...»

Hace ya varios años aprendí una lección muy importante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hace ya varios años aprendí una lección muy importante. Todo ocurre en un segundo. 

— ¡Gané! — exclamó con entusiasmo mi mejor amigo. 

Nos encontrabamos enfrente de las celdas, jugando con un ajedrez que nos había conseguido Reo. Hasta el momento, yo llevaba la delantera. Mi sonrisa era radiante. Ya podía saborear la dulce miel de la victora. Nashi, por otro lado, miraba el tablero con su ceño fruncido. Parecía estarle dando vueltas a las próximas jugadas. Aquello me pareció inútil. La partida era mía. No obstante, su rostro se relajó mientras movía su alfil con una gran sonrisa socarrona. Solo en un simple movimiento logró decir "Jaque Mate". Con una sola acción me ganó. No me lo podía creer. Mi sonrisa se transformó en estupefacción. Miraba el tablero sin entender qué había ocurrido. ¿Cómo lo había hecho?

— Suerte en la próxima, carcelera.

En la organización el tiempo era de vital importáncia. Desde el momento en el que pisabas el lugar, sabías que ibas hacer y de cuánto tiempo disponías. Un preso no permanecía más de un día en la prisión. Los trabajadores cumplían su horario programado hora a hora. Tanto Nashi como yo, solíamos aprovechar los huecos entre una hora y otra. En caso de no tener ninguna responsabilidad, cosa realmente rara, podíamos tomarnos el día libre. No obstante, casi siempre estabamos separados. El primero en terminar era quién acudía a buscar al otro. A robarle unos minutos, quizás segundos. Pero esos segundos eran los mejores de todo lo que llevaba de vida. Al lado de Nashi todo era posible. No éramos santos. Con solo seis años hacíamos cosas que los adultos tratarían de evitar. 

Cada día, conocía a nuevas personas. En un segundo, me odiaban. No precisaban de mayor tiempo. Cuándo descubrían quien era, gritaban, lloraban y/o me criticaban. En un segundo, decidían cómo iban a tratarme de ahora en más. Había quienes no me hablaban. Estaban demasiado preocupados o metidos en sus pensamientos, quizás buscando alguna forma de escapar. Había quienes me hablaban para contarme cosas del mundo exterior. Algunos con la esperanza de convencerme y fugarnos juntos, otros para pasar las horas. Había quienes solo gritaban: por ayuda, por misericordia, por odio... Y de un segundo a otro, ya no escuchaba nada. Ni siquiera el murmullo de alguien que piensa. Ni ratas, ni personas. Solo el ruido del silencio. Cuando eso ocurría agarraba mi tablero e iba en busca de Nashi.

Gakuen Alice: El último deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora