Capítulo veintitrés

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Capítulo Veintitrés.

David se ofreció a manejar, pero me negué. Se podía notar que mi amigo estaba cansado, y a decir verdad, concentrarme en el camino me relaja más que mirar por la ventana y pensar en lo que vi. Mi pecho duele y reprimo un dolor descomunal al no poder llorar como una niña pequeña, no siento celos de esa mujer, es intimidante lo bonita se que ve con esos rasgos latinos y esas curvas potentes, pero su sola actitud le quitan lo bonito a su belleza y yo no envidio ese tipo de cosas absurdas.

Ángela me saca un par de sonrisas contándome chistes o mostrándome algún meme entre cada semáforo rojo, por otra parte, David está más dormido que despierto roncando con la boca abierta -y es Ángela quien lo molesta, provocando que gruña como perro rabioso o algo similar-. Yo simplemente sigo manejando adentrándome ya a Cambridge, viendo muchos locales y lugares bonitos, recordando cómo eran las épocas donde nos escapábamos para visitar la mayoría de los lugares de nuestra ciudad con el auto de Elio. Suspiro nostálgica acordándome de esos momentos, Ángela me indica que demos una parada rápida en la cafetería donde solíamos ir seguido y como buena chófer hago lo que dice, probablemente tenga ganas de recordar nuestra adolescencia y en estos momentos no soy la persona que quiera revivir momentos. David despierta justo cuando llegamos al local. El olor a café y a deliciosas cosas horneadas solo hacen que se me antojen unas galletas de chispas de chocolate que no le pude quitar el ojo desde que hacíamos la cola para pedir nuestra orden.

"Galletas de corazón roto". Y simplemente frunzo el puto ceño, ¿de verdad? ¿Por qué el mundo me quiere joder así? ¡Destino púdrete!

Llegamos a la caja y puedo ver a una chica de facciones finas, con pecas, cabello realmente oscuro y un hermoso color miel en sus ojos.

Los ojos de Jeremy también son así de intensos... Dios mio, Nataly. ¡Deja de pensar en él!

-Bienvenidos a Starbucks, ¿en qué les puedo ayudar? -Sonríe dulcemente, Ángela es la primera en decirnos que queremos. Avergonzada le pido a la chica las galletas, ella ríe dándome una bolsa exageradamente grande. La miro confundida.

-Oh, es la nueva promoción de finales de San Valentín. Cómo se estaban vendiendo a cantidades más exageradas sin importar el precio decidimos hacer una nueva promo para que los clientes no gastaran de más, también hay otra promo. Si te compras un Apple Pie Frappuccino te damos una tarta de manzana. -Indica Amanda, el nombre que vi de la tarjetita dorada que tiene en su delantal. Asiento indicando que me de uno de esos, Ángela me mira sorprendida y David simplemente ríe, yo lo miro confundida. Normalmente no soy de aceptar tantas cosas dulces, ni mucho menos ese tipo de ofertas. Ella nos señala el monto y en ese momento cuando íbamos a pagar David se nos adelanta mostrando su tarjeta, Ángela es quien lo mira confundida.

-Después me devuelven el favor, pero por ahora ambas me tienen que contar que carajos les pasa. -Termina de pagar, la chica se dirige con un chico de hermoso cabello oscuro quien le sonríe con amor cuando le da nuestro pedido, ella me da primero mis galletas y tarta de manzana con una sonrisita cómplice.

-A mi no me pasa nada. -Indico mordiendo mi galleta.

-¡Tú eres la que tiene más que contar! ¡Ni creas que me comeré el cuento de que lo que pasó con Jeremy es algo casual! -De solo escuchar el nombre del contrario vuelvo a sentir aquel punzante dolor, Ángela me mira atenta y yo solo me concentro en devorarme una de mil galletas de corazón roto, que por cierto, están deliciosas.

-En ese caso Ángela tiene que contar algo de Jacob. Esa actitud de cuando lo viste simplemente no me va a dejar tranquila, literalmente no saltaste ni gritaste como loca cuando lo viste. -Mi amiga frunce el ceño haciéndose la desentendida tomando de su aparentemente Frappe de caramelo.

¿Quién es la novia de Jeremy?|Saga Reynolds, Libro#1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora