|1830|
El nombre del famoso Damon Gibbs pronto se comenzó a volver grande. Se convirtió en el par de palabras que surgían durante toda conversación importante. Lo volvieron el centro de los cotilleos y las habladurías, las madres pusieron los ojos en él para casar a sus hijas y los inversionistas solicitaron sus servicios.
Todo iba hacia la cúspide, tratándolo como un importante abogado que venía del extranjero para hacer tratos con el intachable duque de Standich.
Nadie sospechaba su procedencia, ni siquiera se limitaron a pensar de dónde venía aquel rostro que a algunos les resultó conocido. Simplemente se guiaron por el dinero, porque Damon, comenzó a tenerlo. Hunter le dio una habitación en su casa, así que estuvo viviendo con los primos durante un tiempo. Era un sueño, una reverenda obra de Dios, porque él, que apenas y llevaba para no morir de hambre, ahora tenía a sirvientes que le servían los platillos más refinados y le pulían los zapatos elegantes que comenzaron a calzar sus pies.
El alma le brincaba emocionada de solo admirar la maravilla en la que se estaba convirtiendo su vida en tan solo un par de meses. Era mágico, fantástico e increíble. Incluso podría decirse que perfecto, pero definitivamente, ese adjetivo no se unió al listado hasta aquella noche de luna llena donde charló por primera vez con lady Adeline.
Había salido a respirar. Acababa de cerrar un trato importante del lado de los primos Paradig, y ahora, definitivamente ocupaba aire fresco después de la guerra que se desató con el negociante. Fue un trato difícil, pero finalmente obtuvieron sus ganancias.
Quizás fue la brisa de la noche que arrastró un sollozo que se hallaba lejano, o su oído que se comenzó a adiestrar después de verse rodeado de tanta gente en un mismo salón. Cualquier circunstancia pudo desatar su ansia por encontrar la procedencia de tal sonido lamentoso, y es que, parecía provenir de una dama frágil.
Anduvo lentamente por el jardín, saboreando el gusto de la noche en su piel, hasta que, detrás de unos cuantos arbustos, se encontró a una linda mujer que yacía sentada al borde de una fuente inmensa que asemejaba una cascada.
Tragó grueso.
En sus ojos azules se hallaban unas pequeñas gotas que surcaban sus facciones y en su boca de manzana se delineaba un mohín de dolor. Era bellísima, aun con la pena en sus mejillas, Adeline Favre era la dama más hermosa de las veladas.
Cada que llegaba a las fiestas los ojos de los presentes se volvían a ella y las conversaciones trataban su nombre, y es que no podía culparlos, porque para él, ella era lo más parecido que estaría de una princesa.
Se tragó el miedo que lo invadió y anduvo a paso lento hasta que tomó asiento junto a ella.
La dama levantó el rostro ante su presencia, entre sorprendida y asustada. Su madre la regañaría si se enteraba que había salido al jardín, le daría el sermón de la vida y posiblemente la castigaría con sus acostumbrados ataques de superioridad.
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La Perdicion De Un Hombre |La Debilidad De Un Caballero III | En físico
Historical FictionCulpo a la noche de todos mis pecados, por apagar la luz que iluminaba mi conciencia y encender la llama que brotaba de mi cuerpo pidiéndome que la tomara, la besara, la sedujera de la manera más embriagante, la enamorara de la forma más sublime, y...