Dennis
Habían pasado tres semanas, cuatro días y doce horas desde que la había visto. Desde que ella rompió mi corazón. Si yo hubiera estado bebiendo, me gustaría echarle la culpa al alcohol. Tenía que ser una ilusión, una desesperada ilusión. Pero no había estado bebiendo. Ni una gota. No había ninguna duda sobre Angie. Era ella. Ella estaba realmente aquí. Angie estaba de vuelta en Guatemala. Ella estaba en mi casa.
Había pasado cinco horas anoche conduciendo por todo el maldito lugar buscando a Fran, esperando que ella me llevara a Angie. Pero no había encontrado a ninguna de ellas. Llegar a casa y admitir la derrota había sido doloroso. Me convencí a mi mismo que Fran aún seguía en Honduras con Angie. Que tal vez el texto de Fran había sido un mensaje borracho y nada más.
Me empapé los ojos de ella. Ella estaba más delgada y no me gustaba eso. ¿No estaba comiendo? ¿Había enfermado?
—Hola, Dennis —dijo ella, rompiendo el silencio. El sonido de su voz casi me envía de rodillas. Dios, había extrañado su voz.
—Angie —Pude decir, aterrorizado de espantarla lejos solo con hablar.
Se estiró y envolvió un mechón de su cabello alrededor de su dedo y tira de él. Ella estaba nerviosa. No quiero hacer que se ponga nerviosa. Pero, ¿qué puedo hacer yo para hacer esto más fácil?
—¿Podemos hablar? —preguntó en voz suave.
—Sí. —Doy un paso atrás para dejarla entrar—. Entra
Hizo una pausa y miró más allá de mí, hacia mi casa. El miedo y el dolor destellando en sus ojos, haciéndome maldecirme en silencio. Ella había sido herida aquí. Su mundo fue destruido en mi casa. Maldita sea. No quería que se sintiera así de mi casa. No cuando había buenos recuerdos aquí también.
—¿Estás solo? —preguntó. Sus ojos volviendo hacia mí.
Ella no quería ver a mi mamá o a su papá. Lo entendía ahora. No era la casa.
—Los obligué a irse el día en que te fuiste —Le contesté, mirándola con atención.
Sus ojos se abrieron de par en par. ¿Por qué esto la sorprendía? ¿No lo entendía? Ella era lo primero. Yo le había dicho tanto en esa habitación de hotel.
—Oh, no lo sabía… —Su voz se fue apagando. Ambos sabíamos que ella no lo sabía porque me había sacado de su vida.
—Soy solo yo. A excepción de las visitas ocasionales de Haroldo, siempre solo yo. —Ella necesitaba saber que no me había mudado. No me estaba mudando.
Angie entró a la casa y apreté los puños cuando su dulce y familiar esencia la siguió. Tantas noches me senté aquí y soñé con ver su camino de vuelta a mi vida. Mi mundo.
—¿Puedo conseguirte algo para tomar? —pregunté, pensando que lo que realmente quería hacer era rogarle que hablara conmigo. Que se quede conmigo. Que me perdone.
Angie negó con la cabeza y se volvió para mirarme.
—No, estoy bien. Yo… Yo solo… Estaba en la ciudad y bueno… —Arrugó la nariz y luché contra la urgencia de alcanzarla y tocar su rostro—. ¿Golpeaste a Effeta?
Effeta. Mierda. Ella sabía sobre Effeta. ¿Estaba aquí para hablar de Effeta?
—Él preguntó cosas que no debería tener. Dijo cosas que no debería —le contesté con dientes apretados.
Angie suspiró.
—Puedo imaginarlo —murmuró y sacudió la cabeza—. Siento que viniera aquí. Él no piensa las cosas. Actúa solo por impulso.
No lo defendía. Se disculpaba por él. Ese no era su trabajo. El estúpido hijo de puta no era su responsabilidad o su culpa.
—No te disculpes por él, Angie. Eso me hace querer cazar su culo —gruñí, incapaz de controlar mi reacción.
—Es mi culpa que él estuviera aquí, Dennis. Eso es porque pido disculpas. Lo molesté y él supuso que era todo por ti, así que el vino corriendo aquí antes de hablar las cosas conmigo.
¿Hablar las cosas con ella? ¿Qué carajos tenia Effeta que hablar con ella?
—Él tiene que retroceder. Si ha…
—Dennis. Cálmate. Somos viejos amigos. Nada más. Le dije algunas cosas que necesitaba decir desde hace mucho tiempo. No le gustó. Fui cruel pero necesitaba decirlo. Estaba cansada de proteger sus sentimientos. Me presionó demasiado. Eso es todo.
Tomé una respiración profunda pero el martilleo de mi cabeza se había vuelto más fuerte.
—¿Viniste para verlo? —Necesitaba saber si esa era la razón por la cual ella estaba aquí. Si esto no tenía nada que ver conmigo, mi corazón necesitaba tratar con eso.
Angie caminó hacia las escaleras en vez de ir hacia la sala de estar. Me di cuenta. Entendí. Ella podría haber estado en mi casa, pero no podía entrar ahí y hacerle frente a las cosas. No todavía. Tal vez nunca.
—Pudo haber sido mi excusa para entrar al auto con Fran —Hizo una pausa y dejó escapar un suspiro—, pero él se había ido cuando yo llegué aquí. Me quedé por otras razones. Yo… Yo necesito hablar contigo.
Vino a hablar conmigo. ¿Fue el tiempo suficiente? Utilicé hasta la última gota de fuerza de voluntad que poseía para no levantarme y tirarla sobre mis brazos. No me importaba lo que ella tenía que decir. El hecho de que ella quería verme era suficiente.
—Me alegro de que hayas venido —dije simplemente.
El pequeño ceño estaba de vuelta y Angie no miraba directamente hacia mí.
—Las cosas siguen siendo las mismas. No he sido capaz de dejarlo ir. Nunca seré capaz de confiar en ti. Incluso… incluso si lo quiero. No puedo.
¿Qué demonios significaba eso? El golpeteo en mis oídos se hizo más fuerte.
—Me voy de Honduras. No puedo quedarme. Tengo que hacerlo por mi cuenta.
¿Qué? —¿Te estás mudando con Fran? —pregunté, preguntándome si yo todavía estaba durmiendo y esto era un sueño.
—No. No iba a hacerlo. Pero esta mañana hablé con Fran y pensé que si tal vez te veía y hablaba contigo y enfrentaba… esto, yo sería capaz de quedarme con ella durante un tiempo. No sería permanente; Me iré en un par de meses. Solo hasta que tenga tiempo para decidir a dónde voy a ir.
Todavía pensaba irse. Necesitaba cambiar eso. Tenía un par de meses si se quedaba aquí. Por primera vez, desde que me dijo que dejara la habitación de hotel, tenía esperanza.
—Creo que eso es inteligente. No hay razón por la cual tomar una decisión precipitada cuando se tiene una opción aquí. —Ella podía quedarse en mi casa de forma gratuita. En mi cama. Conmigo. Pero no podía ofrecer eso. Ella nunca estaría de acuerdo.
Su primer encuentro desde aquella fatal noche, ahora empieza la labor de Dennis que no la tendrá tan fácil con Angie.
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Nunca demasiado lejos
Fiksi Penggemar(Segunda parte de la adaptación Demasiado Lejos). Él guardaba un secreto que destrozó su mundo. Todo lo que ella sabía ya no era cierto. Angie no podía dejar de amarlo, pero sabía que nunca podría perdonarlo. Ahora estaba de vuelta en casa y aprend...