28- ¿Qué haremos?

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Los días iban pasando y cada vez se acercaba más el dia de la despedida. No quería irme. Nunca quiero irme, pero ésta vez aun menos.

Cada noche contaba cuántos días me quedaban... exactamente la mitad de los días-me había dicho la noche anterior.

Los días iban pasando y cada vez pensaba más con la opción de irme a vivir a Madrid y cursar los últimos años de universidad allí.
Tenia ganas de independizarme y qué mejor manera que irme a la gran ciudad con algunos de mis amigos del pueblo.

Cuando mi cabeza ya estaba completamente submergida en las opciones de mi futuro como estudiante de turismo un sonido me sacó de ellas.

Llamada entrante de Flavio.

- Dime- digo tras coger el móvil.

- Samantha vamos a tu lugar...?- no le veía pero juraría que estaba haciendo una mueca de suplico.

- Mmh, vale... voy. Nos encontrámos ahí.

- Genial bebé- cuelga.

Flavio se había convertido en un pilar para mi. En los últimos días habíamos conectado como nunca lo habia hecho con nadie, y los dos sabíamos que lo que existe entre nosotros es demasiado fuerte como para cortarlo de repente.

...

Narra Flavio:
Mis propios pasos caminando por encima del camino era la única harmonia que mis oídos llegaban a alcanzar. Desconectar, la palabra que resumiría las semanas en éste viejo y pequeño pueblo, al que tan solo un centenar de personas saben de su existencia.

Al fin llegué a su lugar. Lo cierto es que el espacio al que Samantha decidió apropiarse era precioso, e íntimo.
Limité a admirar el paisaje seco esperando a que la ojiazules llegáse.
...
- Pero bueno- sonreí al ver su silueta topando contra el sol acercándose a mi.

- Hola- la chica se agachó a la altura de mis ojos para depositarme un dulze beso en mis labios.

- Que guapa eres coño- digo mientras se sienta a mi lado.

Amaba pasar tiempo con ella sin ninguna excusa, tan solo para disfrutar de su compañia.

- ¿Qué has hecho hoy?- Samantha estaba estirada en el suelo con su cabeza reposando en mis muslos esperando una respuesta.

- Caminar por aquí- digo sin dejar de mirar el paisaje.

- Pensando ¿verdad?- como me conoce ya. Asiento- Y en qué pensabas?- sigue.

- En ti- digo sincero mirándola.
Mi respuesta provoca una carcajada a Samantha.

- ¿En mi?- se asegura.

- Pues sí- digo pasando mis dedos por su pelo que reposa en mi.

- Yo también en verdad- se acomoda sentándose para mirarme sin que el sol intervenga- ¿qué haremos?

La rubia me miraba buscando una respuesta en mi la cual era inexistente.

- No lo sé Samantha...- digo finalmente.

- Igual deberíamos de aprovechar al máximo estos días juntos y luego ya nos veremos de vez en cuando- pausa- puedo ir a Murcia... o tú a Valencia.- dice sin estar convencida.

- Ya...- no quería- ¿pero seguir con lo que somos?- consigo preguntar.

Samantha traga saliva.

- Supongo, pero puede ser dificil- la expresión era totalmente diferente, ya no era curiosidad, ni miedo. Era tristeza.
- Qué dificil- busco su mano para finalmente cogerla.

- Es lo que tiene ser pibones-  empieza a reirse. Amaba cuando ella conseguía evadirme de cualquier pensamiento negativo para dibujar una sonrisa a cualquier persona, incluso a ella misma.

Habia pasado suficiente tiempo  ya que el estómago de Samantha empezaba a quejarse gruñiendo.

- Joder que no se calla- me rio ante su reacción.

- Te estas muriendo del hambre, no me engañas- digo riéndome y levanándome.

- Pues es verdad, para que mentir- me muestra sus manos alargando los brazos para que le ayude a levantarse- ¡Flaviooo! Ayudameee- dice suplicándolo.

- SamanTHa, ya sabes levantarte- digo en tono burlesco.

- Muy bien Flavio, ya vendrás ya- dice conteniéndose la risa.

Nuestros pasos removían las piedras que entorpecían el camino. Tenia mi mano derecha enlazada a su mano izquierda y sus dedos jugaban con los mios.

Samantha paró en seco causando que yo lo hiciera también.

- ¡¿ Vamos al cine por la noche ?!- sus ojos estaban iluminados. Parecía que tenía muchisimas ganas de ir así que acepté.

- ¡Biiiien!- me abraza- tendremos una ciitaa- dice burlesca.

Esas últimas palabras  y su cara perfectamente sonriente hicieron de imán. Sus labios y los mios se encontraban perfectamente encajados mientras nuestras lenguas bailaban con delicadeza.

- Y luego puedes venir a mi casa a dormir- propongo.

- Claro que sí- sonríe dejándome un beso en mis labios.

....

- Nos vemos en un rato en la cabaña- soltaba la ojiazul tras llegar al portal de su casa.

- Hasta luego- le digo acercándola a mi pecho para abrazarla.
Ella me besó en el cuello- ¡pero que cosa més bonica!- me reí ante sus palabras.

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Hasta aquí el capítulo 28✨
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Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora