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Cuando trabajaba en el hospital, las horas que podía dormir eran realmente un regalo. Era más el tiempo que me la pasaba despierta de turno, junto a William y mis demás colegas, que el tiempo que tenía libre para descansar y hacer alguna otra cosa.
Es por ello que cuando abro los ojos, —a pesar de toda la mierda que supongo que ha pasado—, supongo que he descansado lo suficiente como para no acordarme siquiera lo que había sucedido. Mis ojos se mueven alrededor de la habitación, y vagos recuerdos me llevaron a la explicación de cómo es que llegué a este lugar; el sol atraviesa la ventana con fuerza, llegando hasta más arriba de mis piernas.
Observo cómo estoy vestida y hago una mueca al ver que mi camisa estaba completamente destrozada. Estaba más arriba de mi estómago y una enorme sutura cubre mi costado izquierdo; esta se encuentra cubierta por gasa y duele como la mierda.
Ignorando mi aspecto —que ni siquiera mirando mi rostro sé que debe ser de porquería— continúo mirando a mi alrededor. No es hasta que mis ojos verdes encuentran al cazador sentado a mi lado, dormido, y roncando con suavidad con su boca abierta que me detengo.
Su mano está entrelazada con la mía, y por un segundo, dejo que una sonrisa enorme salga de mi cara. Allí es cuando lo recuerdo: él estuvo ahí cuando yo me desperté por pocos segundos, antes de caer de nuevo en un profundo sueño, o por lo menos, eso fue lo que se sintió.
Queriendo hacer el amague de sentarme en la cama, me muevo con mucha lentitud. Aunque el gemido de dolor que salió de mi boca al sentir mi herida lo despertó; abrió sus ojos rápidamente y sus orbes azules se encontraron con los míos. Gruñí. No quería despertarlo.
—Hey —dije apenada, sintiendo el calor subiendo por mis mejillas—. Lo siento, no quería...
—Estás bien —dice soltando una enorme sonrisa. Sonrisa que no le había visto soltar nunca; sus dientes sobresalían haciéndolo ver hermoso. Mierda, realmente necesitaba verla más seguido.
—Gracias —susurré, manteniendo contacto con su mirada.
—¿Por?
—Estuviste para mí siempre —le respondí—. Recuerdo estar despierta por unos segundos antes de dormirme otra vez, o eso fue lo que sentí–
—¿Sientes que dormiste de nuevo? Mierda que no, convulsionaste horrible —abro mi boca—. Me pegaste un susto del carajo. William nos dijo que no podíamos–
—Toca dejar que siga su curso, sí —suspiro—. ¿Will estuvo aquí?
—Todos estamos aquí, Addie. —aprieta mi mano—. Aunque yo fui el primero que llegó, Maggie, la hija mayor de Hershel, fue quien nos buscó y nos avisó. Rick fue quien te trajo corriendo en brazos cuando ocurrió todo.
