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—Addison—
Recuerdo muy bien cuál es la definición de trauma. Puede dividirse en dos: aquel trauma que es generado directamente en el cuerpo, tanto de animales como de seres humanos. Y que es ocasionado por choques automovilísticos, riñas, puñaladas, disparos, con todo tipo de golpe contundente, y que la única manera de tratarlo es con la ayuda de un profesional de la salud. Sea el caso de los médicos en seres humanos, o en los veterinarios, para los casos traumáticos en animales, tanto domésticos como salvajes.
Por otro lado, está el trauma psíquico, o psicológico; denominado así al haber sufrido un evento que te fija amenazando con profundidad tanto la vida como el bienestar mismo de un individuo. Y a consecuencia de esto, la estructura mental o emocional del paciente se ve afectada, de tal forma que en ocasiones es imposible recuperarse de aquel suceso.
También está la versión psiquiátrica del término, que considera un trauma como la exposición directa de un individuo a un suceso que termina envolviéndolo en una amenaza o potencial suceso de muerte; o también un estado donde se vea afectado la integridad física o mental de la persona. Y es allí donde se genera en respuesta miedo intenso o un sentido de incapacidad de ejercer control sobre sí mismo, es eso lo que se considera como Trastorno de Estrés Postraumático (TEP). En pocas palabras, aquello es lo que sucedió a Beth durante nuestra estadía en la granja de los Greene, cuando Shane asesinó a su madre convertida en caminante en el granero, y eso es lo que ahora me estaba sucediendo a mí.
No tenía que estar junto a todos ellos para darme una idea de lo que estaba sucediendo. Mis sentidos estaban más sensibles que nunca, y aparentemente, puedo deducir todo lo que sucede a mi alrededor, así mis ojos no sean partícipes de lo que se está desarrollando a unos cuantos metros de donde me encuentro, en el frío suelo del contenedor.
Todo lo que había deseado. Todo lo que había necesitado; mi alma me pidió durante días el tener a Daryl cerca, el tener la esperanza y positivismo suficiente como para pensar que él todavía se encontraba con vida. Y ahora que lo tenía aquí, junto a mí, mis traumas y mi propia oscuridad se encargaron de impedir que me aferrara a la única persona que sé que necesito en estos momentos, pero que me duele el tenerlo cerca. Es hasta irónico ahora que lo pienso de manera profunda.
Escucho los gritos de Daryl, gritándole a todo el mundo, gritándose a sí mismo del dolor y de la impotencia. Escucho con dolor los llantos de mis hermanos, los gemidos de dolor de Jeffrey y de Rick, rogándole a Maggie que dijese que lo que está sucediendo no es más que una maldita mentira. Llevo mis manos a mis sienes, sintiendo mi cabeza palpitar. Siento que todo dentro de mí terminará por estallar.
Recuerdo a la perfección cuando en el Grady Memorial William y yo tuvimos que atender el caso de una chica que había sufrido de abuso. Jessie Johnssi no estoy equivocada; apenas era una adolescente, y había sido ultrajada por unos desagraciados en las calles de Atlanta. Uno de nuestros colegas la había encontrado abandonado en un callejón cerca del hospital, y nosotros nos encargamos de sacarla en el estado de trauma en el que se encontraba.
