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—Addison—
Me desperté escuchando el llanto de Oliver, seguido de las carcajadas de los niños que corrían alrededor del pabellón. Quien diría que, después de que Rick les ofreciese a la gente que solía vivir en Woodbury, vivir aquí, las cosas fueran a terminar así.
Los primeros días las cosas fueron tensas, para qué voy a mentir. Sin embargo, aunque dichas personas ahora tienen que vivir en otro bloque, ya que en el Bloque C es donde nos estamos quedando nosotros actualmente, Jeff fue quien les dijo que se ubicaran en el Bloque D. Aún así tenemos contacto con ellos a diario. Con el tiempo, ésas personas fueron convirtiéndose en algo más que simples conocidos. Todos fuimos aceptándolos dentro de nuestra pequeña familia.
La prisión se adecuó aún más, se reparó lo que el Gobernador y su grupo destruyeron cuando vinieron a atacarnos, y también la convertimos en un sitio más habitable, ya que, como había mencionado antes, además de adultos, teníamos a niños pequeños acá, y teníamos que darles una vida más sana y con mayor asepsia. Rick ha construido jardines, se ha dedicado más a la parte de granja. Cobertizos hechos por Daryl y por Jeff, y no puedo dejar de mencionar el comedor comunitario que se construyó en medio del patio. Dicho comedor se encuentra ahora cubierto por una carpa, en caso de que llueva o algo por el estilo. Y ahora ése sonido era bastante común. El escuchar a los niños correteando por el lugar, y Cassandra despertándose con los llantos del pequeño Oli. Todo ése ruido era como mi despertador personal, y la verdad es que no me molestaba en lo absoluto.
Me estiro, con cuidado de no despertar a Daryl. Aunque la palabra «no despertar» se desvaneció cuando una sonrisa malévola sale de mis labios. Daryl Dixon puede parecer un hombre frío, y sin sentido del humor; pero cuando llegas a conocerlo, sobretodo de la forma en la que yo lo hago, logras encontrar ése humor bien guardado dentro de sí, que es mayor al que cualquiera hubiese pensado.
Comienzo metiendo mis dedos de forma lenta bajo su camisa, lo escucho gruñir. Ignoro su queja y continúo, yendo hacia la única zona cosquillosa que le conozco, que descubrí hace unas semanas, y que desde entonces, no he podido dejar de joderle la vida al respecto.
Vuelve a gruñirme, esta vez más fuerte. Me detengo, sintiendo como intenta palmear mis brazos y alejarme de su agarre. Me quedo quieta por un tiempo, dejando que se relaje. Pero sonrío divertida cuando vuelve a roncar, y rápidamente clavo mis yemas en sus costillas, comenzando a hacerle cosquillas. Él grita.
Me carcajeo, siguiendo molestándolo. Él intenta deshacerse de mí agarre, moviéndose como una serpiente huyendo de su peor depredador, pero él no puede contener más las ganas de reírse, así que simplemente deja salir un quejido lleno de risas y de carcajadas. Ésta es una versión de Daryl que sólo yo tengo la oportunidad de ver, y no saben cuánto me fascina saber que yo soy la única que tiene el privilegio de hacerlo.
