Capítulo 46.

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Somos producto de nuestro pasado, pero no tenemos por qué ser su prisionero. —Rick W.

Madrid, España.

Nicolás.

—¿Que opinas? —Magdalena me muestra un catálogo de entornos publicitarios en conjunto con sus diseños.

—El color, uno más sombrío estaría bien para representar lo que causa el vino.

Ella comienza arreglarlo de inmediato. Suspiro un poco cansado, llevo prácticamente tres días en Madrid, España y no he parado de estar en reuniones y trazando acuerdos de importancia para la nueva sede que se abrirá aquí lo cual ya va en avance, pero nos ha tomado tiempo integrar los nuevos lanzamientos. Magdalena y mi secretaria han trabajado juntas y por esa parte he estado tranquilo ya que la promoción ha sido tema resuelto.

—¿Solo eso?

—Si.

Asentí.

—Te ves cansado, la tardes apenas comienza, no has caminado Madrid como deberías. Te propongo un tour. —Sonríe.

Arqueo la ceja.

—No.

Me levanto de la silla, es hora de almorzar y es lo que haré. Me coloco el saco mirando mi reloj saliendo del territorio de la oficina con Magdalena a mi lado. En Madrid no se necesita andar en auto todo el tiempo más aún cuando hay restaurantes por todos lados.

—Eso es un sí.

Me agarra del brazo y me zafó mirándola hastiado.

—¿Se pone celosa Alessia si me acerco mucho? —bromea.

—Tampoco me gusta que se me acerquen mucho —bufo.

—Eso es otro sí.

—¿No existen más palabras en tu escaso diccionario?

—Si, pero solo utilizo las necesarias. Tampoco pienso desgastarme, Nicolás.

Se encoge de hombros y cuando vamos avanzando capto algunos paparazzi tomándonos fotos. Saco el celular para ver si Alessia se digno a devolver la llamada, he intentado comunicarme con ella y solo me respondió una vez. Tampoco he tenido el tiempo suficiente de conectarme con ella ya que el teléfono ha quedado clausurado en estas reuniones y apenas he tenido momentos solo.

—¿Esperando razones de tu amada?

—Que te importa, ¿no tienes vida?

—Si, pero es aburrida, me divierte más la tuya. —Se ríe.

Cuando se percata de las cámaras empieza a sonreír y a posar a mi lado.

—¿Por qué nos toman fotos? —indaga luego de dejarse fotografiar.

—Estoy en el ojo público.

—¿Por tu relación con Alessia?

—Aja.

—Vaya, cuánta fama.

—Soy importante.

—No he dicho que no.

Abro la puerta del restaurante que más me llama la atención y ella entra conmigo autoinvitandose. Nos traen la carta, pido algo simple y Magdalena encarga como tres platos. Es idéntica a Rosella en ese aspecto.

—Tengo que aprovechar que vas a pagar y que estamos en Madrid, eso no se ve todos los días. —Deja el saco a un lado acomodándose el cabello—. Te veo y no lo creo.

—¿Qué?

—Que estés tan entregado con ella. Pensé que no sucedería en años.

—Aja.

A través de ti  [COMPLETÁ] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora