Capítulo 38.

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El hombre es celoso si ama; la mujer también, aunque no ame. —I. Kant.

Alessia.

Hemos permanecido toda la tarde trabajando en el viñedo, incluso se ha podido avanzar bastante. Aunque se va a necesitar trabajar otros días más. Ya se hizo de noche y los trabajadores han ido yéndose a sus casas, mi padre los está despidiendo mientras tanto les agradece por trabajar con él durante el día y la noche.

Nicolás está a mi lado acariciando mi espalda y mis nalgas sin importarle el público que tenemos, gracias al cielo estamos un poquito retirados. Le quitó las manos de un manotazo y él gruñe.

—Deja de hacer eso, nos pueden ver, Nicolás. —Le advierto.

—¿Crees qué eso me importa? —Se acerca de nuevo, me toma de la cintura. Me lleva hacia lo más oscuro y besa la comisura de mis labios.

—Aquí no.

—Quiero hacer esto desde que entramos al viñedo, así que aquí sí.

—Basta, mi papá puede venir en cualquier momento. —Quiero negarme, pero a la vez quiero hacerlo.

No me deja opciones cuando sus impertinentes manos aterrizan en mi cintura llevándome hacia su cuerpo sin espacio que nos límite.

—Mejor, así al menos tendrían un espectáculo del buen sexo y todo sería más interesante. Sera rápido. —Trata de convencerme acariciando mis senos, mordiendo mis labios y besando mi mejilla en conjunto con mi cuello.

—Así no me dejas pensar —gimo.

—No quiero que pienses ahora, concéntrate en el placer que puedo darte.

Toma un puñado de mi cabello y atrapa mis labios. Nos damos un beso bestial y poco ético, me besa apresurado abriendo su boca entorno a la mía y desplazando su lengua dentro como un maestro que conoce lo que hace y como lo hace. Me gustan esto tipos de besos. No lo voy a negar. Cada que Nicolás me besa lo hace como si mi boca fuera suya, sin control ni tapujo alguno.

Aprieta mis glúteos y luego me da un manotazo que siento en la profundidad de mi interior. Él muerde mis labios y va haciendo un recorrido por mi cuello chupando y succionando como un desquiciado.

Sube las manos por mi abdomen, se desplaza hasta mis tetas y las toca por encima del sostén. Me quita la camiseta dejando mi vientre a la vista. Dios, no puedo creer que esté a punto de coger en un viñedo y que a unos pocos metros este mi padre y su equipo de trabajo.

Nicolás es un perverso.

Su lengua se desliza hasta mis pechos y lame por encima del sostén entretanto acaricia mi abdomen y mis nalgas. Las aprieta y me pega más a él como si no quisiera tenerme lejos y como si quisiera adueñarse de todo, como si para él nunca luciría menos y siempre le proporcionaría las mismas reacciones que tuvo desde la primera vez que me vio.

—Quisiera comerte completa pero no podemos perder tiempo —asegura. Me da un beso corto en los labios—. Para la próxima usa falda.

—Ah, me encanta tu idea. Como yo soy adivina e iba a imaginar que estaríamos follando en el viñedo, tomaré en cuenta tus peticiones. —Se ríe por mi sarcasmo y muerde mi labio inferior—. No seas idiota y muévete antes que me arrepienta.

—Me gusta cuándo estás salvaje.

Posiciona su mano en mi sexo y acaricia por encima del pantalón, me da un manotazo suave hechizando y descontrolando mi interior, cosa que me hace jadear. Echo mi cabeza hacia atrás para darle más acceso a mi cuello. Me pega de una pared, donde estamos está oscuro, por lo menos es algo de victoria para poder disfrutarlo.

A través de ti  [COMPLETÁ] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora