Capítulo 48.

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La envidia existe solo en aquellas personas que no saben aceptar la felicidad de los demás. —Vivencias en letras.

Julia.

—Síguelos, no podemos dejarlos solos. —Le insistí a Slade luego de dejar al papá de Nicolás en un taxi, no podíamos seguir exponiéndolo a tantas emociones.

—Lo haré.

Tuvimos que ir más lento y evadir algunas camionetas, ya que sabíamos que había peligro alrededor. La entidad policial no servía para una mierda. Había solo una patrulla siguiendo a Nicolás y Alessia de cerca, perdían ventajas ya que dos autos están detrás disparando hacia ellos.

Segundos después Nicolás dobló hacia otra calle, nosotros haríamos lo mismo, pero un auto se nos interpuso y esa mierda nos hizo detenernos.

—¡Que mierda! —exclamo frustrada. —Quítese o me lo llevo —ordene al auto que nos pausa el paso.

Él se quedó ahí arreglando una llanta que se vacío en medio camino y literalmente estábamos atrapados. La desesperación me carcomía, y mi ansiedad comenzaba a picar porque mi corazón conseguía estar acelerado y eso no me ayudaba a mantener la calma. Habíamos perdido el rastro de Nicolás, tuvimos que improvisar y meternos en varias calles en las cuales supuestamente lo vimos doblar puesto que hay varias curvas.

—Tengo miedo —digo.

No me gusta el sentimiento de angustia en mi pecho, odio sentirme así porque no me permite funcionar ni pensar lógicamente y lo único que atraigo son pensamientos incoherentes.

—Tranquila, los encontraremos. —Eslade pone una mano en mi pierna para tranquilizarme y no lo logra.

Tengo frustración, sobre todo por Alessia. No merece nada de lo que está viviendo, verla ahí, toda débil y deshidratada me afligía el corazón.

Nos detuvimos cuando vimos varias entidades policiales detenidas en una calle y los autos que perseguían a Nicolás y Alessia por igual. Al parecer no habían logrado escapar. Salí de ahí corriendo, sin detenerme a esperar a la Slade, solo hice lo que mi corazón pedía y mis manos fueron a mi boca cuando vi el Jeep de Nicolás volcado en un barranco. Cada que miraba allá abajo desfallecía, Slade vino a mi lado y sus manos se fueron a mi espalda cuando vio que estaba llorando.

Eso está a nada de explotar y ellos están ahí. No están muy en el fondo, pero aún así están en mala posición. Ni siquiera puedo distinguir los cuerpos de Alessia o Nicolás.

Algunos policías y rescatistas están abajo, mientras otros están rodeando a los pandilleros. No sé si me sorprende ver a Idara entre esa gente, aunque no me saca un pasmo, si me ocasiona asco, melancolía, porque joder, es su hermana, su hermana y mira hasta donde la ha llevado su necesidad de ser la única, la legítima.

A veces actuamos por impulso y llevamos las cosas tan lejos que ya cuando estamos en una partida peligrosa no nos queremos detener. Idara se fue lejos, y solo pienso en la gran aflicción que esto le producirá a sus padres.

La mato, la mato, la mato.

Me lleno de paciencia, mucha paciencia, porque mis manos arden y lo único que quiero hacer es tirarla allí para que sienta lo que Alessia sintió mientras ella la perseguía como si fuera una prófuga que solo merece morir.

—Manos arriba, entréguense por las buenas o todo irá peor. —Le Advierte el oficial.

Ella camina como una modelo con su arma en la mano derecha, pareciera que está grabando una escena donde ella es la protagonista y no tiene el mínimo de remordimiento solo porque es ficción.

A través de ti  [COMPLETÁ] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora