Viernes, diez de la noche.
Él no se había movido prácticamente ni un milímetro desde que se sentó en aquel sofá, simplemente estaba allí, esperando, planeando, creando un montón de escenarios posibles, sobre cómo sería si la chica le correspondería y cómo sería si no, ideando donde tocar y besar primero, ideando si actuar tímido, elegante o lanzado. Pensando en qué lugar podría citarlo; su departamento, la plaza central, el centro comercial, la escuela, detrás de la escuela, cualquier lugar era una posibilidad.
Lo admitía, ya comenzaba a impacientarse, ella misma le había dicho que lo llamaría y ahora estaba esperando como un idiota. Su celular sonó, al ver el mensaje olvidó por completo su enojo y abrió completamente los ojos "Jin está fuera de mi departamento, ayuda", ni siquiera se lo pensó, salió disparado fuera de la sala y comenzó a correr fuera de la residencia masculina, menos de cinco minutos y ya estaba en la residencia femenina, buscando la puerta de Kirigiri, grande fue su sorpresa cuando encontró a la de cabello lila apoyada en una de las paredes y sin el director.
—¿Dónde... está...? —jadeó Naegi.
—Era mentira, sólo quería que llegaras rápido.
El castaño se quedó con cara de idiota al menos por dos minutos, algo que causó gracia en Kirigiri.
—Vamos.
Al decir esas palabras, la muchacha se adentró en la puerta más cercana, Naegi no tardó en seguirla.
—¿Por qué? —fue lo único que pudo preguntar Naegi en su confusión.
—Ya te lo dije, quería que llegaras rápido para poder hablar.
—Por Dios, Kirigiri...
—¿Estás enojado?
—No, yo... No, no te preocupes.
—¿Quieres un café?
—Claro...
El castaño no dijo más, simplemente fue a sentarse en el sofá de Kirigiri y empezó a masajearse la frente, había atravesado la plaza central corriendo en medio de la noche simplemente porque se había pensado que la chica estaba en problemas y resultaba que no, que simplemente quería que él llegara rápido. No iba a enojarse, al menos estaba en su departamento, buena señal. Como si la cabeza le hiciera click, recordó aquello.
—Hey, ¿no se suponía que estarías en la pijamada con las chicas?
—Oh, rechacé la invitación.
—¡¿Qué?!
—Que rechacé la invitación —repitió, entregándole una taza de café a Naegi y sentándose a su lado.
—¿Por qué? Dijiste que...
—Dije que me lo pensaría, no que aceptaría. Además, no me creo preparada para pasar una noche entera con ellas, pero les dije que si querían hacer algo me avisaran...
—Bueno eso... es un avance, al menos ya saben que quieres llevarte bien con ellas.
—Sí... Naegi...
—¿Qué pasa?
—Gracias por... preocuparte por mí...
—¿Eh? No es nada, pero por favor nunca vuelvas a mentirme con el tema del director, creí que estabas en verdaderos problemas.
—De acuerdo. Te debes estar preguntando el por qué te llamé, ¿cierto?
—La verdad sí, es bastante tarde.
La chica suspiró ligeramente, esto era difícil para ella. Como quería tener las manos libres, dejó su taza de café sobre la pequeña mesa de madera que tenían delante, Naegi la imitó, dejando su taza también.
—¿Ocurrió algo? —cuestionó Naegi.
—Yo... no soy alguien fácil con quien tratar, lo sé.
—¿Eh?
—Y-Yo... —suspiró— Jin, el director, no es un acosador o algo, biológicamente es mi padre y parece que quiere retomar contacto conmigo. Tal vez debí decírtelo antes...
Él no supo qué decir, ni siquiera pudo hablar, ya que ella volvió a retomar la palabra.
—Quiero decirte un par de cosas, no soy alguien que se atreva a confiar mucho en la gente, porque la verdad me da un poco de miedo el hecho de que me traicionen o me abandonen... Confié en mi padre y él me abandonó, p-por eso trato de no relacionarme mucho con las personas, además de que puede nublar mi juicio... Hay algo que siempre llevo encima, ¿sabes de qué hablo?
—¿Eh? Tus guantes...
—Así es, dejé que mis sentimientos por alguien nublaran mi juicio, estos guantes son un recuerdo constante del error que cometí aquel día. Yo... prometí nunca volver a cometer ese error, pero... quiero confiar...
La chica lo miraba, no parecía feliz, no era inexpresiva, se notaba preocupada.
—Me agradas, Naegi, de verdad lo haces. Quiero confiar en ti, por eso creo que tal vez debería tomar el riesgo...
—Yo...
—Eres alguien amable, sincero, bueno como pocos, por eso quisiera tomar el riesgo y que me aceptaras...
La chica se notaba por primera vez temerosa, lentamente comenzó a acercarse, ella iba a besarlo. Él lentamente se acercó, era el momento perfecto, su lista iba a estar completa. Quería sonreír, quería reírse, quería meter su lengua dentro de Kirigiri, quería... quería llorar. Antes de que sus labios se tocaran, él se tiró hacia atrás y se levantó del sofá, dejando confundida a la detective.
¿Qué estaba haciendo?
—Lo lamento, en verdad lo lamento.
—¿Naegi?
—No puedo hacerte esto, yo no...
Eso confundió sumamente a Kirigiri, notaba la mirada forzosa del chico y su evidente temblar, ¿qué le pasaba? Antes de siquiera poder decir algo más, Naegi escapó. El chico salió corriendo fuera del departamento y fuera de la residencia femenina, ¿qué estaba haciendo? No se detuvo, no fue a su apartamento, no quería estar allí, corrió por toda la plaza central, necesitaba pensar, necesitaba... necesitaba gritar.
Como un desquiciado dejó que su voz rasgara su garganta, sentía su visión volverse borrosa y sus uñas clavándose en sus palmas. Sólo se detuvo cuando estuvo en uno de los lugares más apartados que conocía, un lugar donde creía que podría tener paz, pero que solamente intensificó su rabia. Vio aquel árbol que le había prestado su sombra para dormir debajo, vio aquellas coronas de flores que había hecho con Kirigiri, se dejó caer al suelo sobre sus rodillas.
—¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! —gritaba mientras golpeaba el suelo con su puño.
Mientras golpeaba el césped, notaba las gotas que comenzaban a caer, cayendo en su piel y en el suelo. La rabia poco a poco se fue apagando, dejó de golpear y acostó en la tierra, viendo con sus lagrimosos ojos el cielo estrellado, su llanto no tardó en aparecer.
—Joder... Joder...
El castaño simplemente lloraba mientras se cubría los ojos, era la primera vez en su vida que se daba tanto asco. Makoto Naegi era alguien despreciable, alguien que engañaba y enamoraba a las chicas únicamente para follar y cuando se cansaba de ellas las desechaba, eso nunca le había importado. No le importó mentirle a Maizono, no le importó mentirle a Asahina, no le importó mentirle a Celes, ¿entonces por qué era diferente con Kirigiri? ¿Por qué se sentía así?
¿Por qué le afectaron tanto las palabras de Kirigiri? ¿Por qué se sintió tan mal por mentirle y hacerle creer que él era una buena persona? "¿Por qué?" Una simple pregunta que él no podía responderse.
El juego había terminado, Makoto Naegi había perdido.
¿Esperaban lemmon?
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¡Qué empiece el juego! (Naegi x Harem)
FanfictionMakoto Naegi era alguien empático, amable, dulce, una persona en la que todos podrían confiar. Así lo veían todos, como un chico inocente que no dañaría ni a una mosca. Aquello era un simple acto nada más. Makoto Naegi era alguien asqueroso, desagra...