TEN

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Soltó un suspiro de alivio cuando el taxi se detuvo en la esquina de la calle perpendicular a donde estaba su apartamento. No había querido salir de su casa, pero tenía que ir a que revisaran sus heridas y le quitaran la venda que tenía en la cabeza. Mientras pagaba la tarifa y salía del taxi, se puso tímidamente una mano sobre la mejilla amoratada e hizo una mueca de dolor cuando los dedos rozaron la comisura de los labios donde tenía uno partido.

Cabizbajo, se precipitó por la acera hasta llegar a su apartamento. Solo quería volver dentro y que nadie pudiera verlo. Avergonzado, se sentía  por lo que había pasado. Totalmente conmocionado por que Elios hubiera ido a su apartamento a golpearlo, sin siquiera permitirle defenderse. Aún no podía creérselo. Debería haber presentado cargos desde la primera vez que lo había golpeado. Debería haber hecho un montón de cosas, pero había tenido miedo de que no le creyeran, él tenía más dinero se lo había dicho. Así que, en vez de todo eso, se había encerrado en su apartamento y había trabajado fervientemente para dejar de pensar en los acontecimientos de la semana pasada.

Le debía a Mew una respuesta, una explicación. ¡Algo! Le había dicho que no tardaría mucho, ¿pero cómo podía ir a verlo con moratones infligidos por el hombre que según Mew debía cuidar de él?

Sabía que Elios no era un verdadero dominante. Su manera de actuar desde que comenzó su relación había sido tierna, pero después de dos meses todos había cambiado. Se burlaba de él. Se había convertido en alguien completamente diferente. ¿Qué pasaría si Mew era igual que Elios? No sabía apenas nada de él.  Y ahora ya no estaba tan seguro de querer estar con él.

La duda creció en su interior. Si Mew era más intenso que Elios—y era evidente que lo era —¿entonces podía esperar el mismo tipo de trato bajo su mano? ¿O incluso peor? La cabeza le daba vueltas con todas las posibilidades y sabía que no estaba en el estado emocional adecuado como para tomar tan enorme decisión.

Soltó un suspiro lleno de tristeza y se metió la mano en el bolsillo para sacar las llaves de su apartamento. Seguía teniendo la cabeza gacha cuando llegó a los escalones y vio un par de zapatos caros justo en el primer escalón de su puerta.

Sorprendido, levantó la cabeza y se encontró con Mew. Mientras lo inspeccionaba, la furia se reflejó en sus ojos y el dio un paso hacia atrás por puro instinto.

—¿Qué mierda te ha pasado? — exigió él.

Estaba que echaba humo; el enfado se le notaba a kilómetros. Cualquier apariencia relajada y encantadora se había ido. Era una gran masa de macho alfa cabreado a más no poder.

—Por favor, aquí no —susurró—. Solo quiero entrar en mi apartamento. Déjame pasar y vete. -Su completa expresión de «qué mierda me estás diciendo» lo hizo parar mientras intentaba apartarlo de su camino. Mew lo agarró por los hombros, firme pero extremadamente gentil, con los dedos tensos sobre su piel pero sin clavarlos en su carne.

—Quiero saber quién te ha hecho esto —gruñó. El reafirmó su agarre y luego levantó el mentón.

—Déjame pasar —dijo rechinando los dientes. Para su sorpresa, Mew apartó las manos y le dio paso. Él lo acompañó pisándole los talones, por lo que no tendría oportunidad de cerrar la puerta y evitar que entrara. Gulf suspiró, metió la llave en la puerta y la abrió. Se sintió mejor en el momento en el que estuvo dentro en su propio espacio.

Tiró el bolso al suelo junto a la puerta y se encaminó hacia el pequeño salón. Mew cerró la puerta con pestillo y luego lo siguió hasta el salón, que de repente parecía ser muchísimo más pequeño con él allí.

Se quedó de pie, mirándolo de arriba abajo, y luego volvió a centrarse en el moretón de la mejilla. Sus ojos se volvieron fríos y Gulf se estremeció.

Crystals Of Love [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora