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Se removió e intentó estirarse, pero inmediatamente se encontró con un cuerpo duro a su lado. Abrió los ojos y parpadeó con rapidez mientras la confusión se abría paso en su cabeza. Luego se acordó de todo. Estaba en la cama con Mew. En el apartamento de él. Posó la mirada sobre esa pared dura que era su pecho y observó la subida y bajada de su precioso tórax al respirar. Gulf inspiró y saboreó su olor. Sus labios estaban tan cerca que podía fácilmente pegarlos contra su piel. Y estaba tentado.

Pero no eran amantes que se despertaran tras haber estado haciendo el amor toda la noche. No habían tenido sexo.

Todavía.

No se conocían más allá de una conversación durante una cena. Y aun así, aquí estaba en su cama tras haber accedido a mudarse con él. Cerró los ojos y se preguntó de nuevo si estaría tomando la decisión correcta. Levantó la mirada con vacilación, conteniendo la respiración mientras alzaba la cabeza para ver si Mew estaba despierto.

Sus ojos se encontraron con los de él y sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Estaba despierto y mirándolo con muchísima intensidad. Como si pudiera extender el brazo y sacar todos esos pensamientos directamente de su cabeza.

—Buenos días —murmuró. El hundió la cabeza mientras el calor se apoderaba de sus mejillas.

—¿Gulf?

Volvió a levantar la mirada para ver la interrogación que se reflejaba en sus ojos.

—¿Qué pasa? —preguntó con amabilidad.

—Esto es difícil. Él deslizó la mano por su cuerpo; primero por el brazo y luego por el pelo antes de acariciarle la mejilla con los dedos.

—Nunca dije que fuera a ser fácil. Nada que sea bueno lo es. Eso era verdad. Y no, Mew nunca sería fácil. Nada que tuviera que ver con él era simple o poco complicado.

—Me gusta despertarme contigo en los brazos. Esa afirmación salió del pecho de Mew y el calor comenzó a correrle por las venas por todo el cuerpo.

—A mí también —susurró.

—Quiero que te sientas seguro aquí —dijo Mew en un tono serio—. Seguro conmigo.

—Ya lo hago.

—Bien.

Ahora acerca esa boca para que te pueda dar los buenos días como mereces. Gulf ladeó la cabeza y posó una mano contra su pecho. Mew se encogió bajo su contacto; sus músculos se tensaron y estremecieron. Gulf apartó la mano apresuradamente, pero él se la cogió y la volvió a posar sobre su pecho.

—Me gusta que me toques — murmuró—. Quiero que lo hagas a menudo. Al igual que yo querré tocarte cada vez que estés cerca de mí. Si estamos en la misma habitación, Gulf, voy a tocarte. Y luego lo besó. Su cálida boca trabajó sobre la de él de forma exquisita.

Era un beso dulce. Poco exigente. Casi persuasivo. Guld suspiró contra su boca y se relajó. Todo su cuerpo se quedó lacio contra el de Mew, lo que hizo que una de sus manos se quedara atrapada entre ambos.

—He estado esperando este momento —murmuró Mew—. Tú en mi cama. Tu boca sobre la mía. Que seas lo primero que saboreo en la mañana. La semana pasada me volví loco, Gulf. Esperarte para tener esto... Y ahora que por fin lo tengo, no voy a dejarlo ir.

—Yo también he estado esperando —admitió el. Y era verdad. Había soñado con ello. Se había preguntado cómo sería y lo que sentiría, y ahora lo sabía. Se sentía... bien.

Mew lo puso boca arriba en la cama y su cuerpo, fuerte y grande, lo cubrió por completo. Lo besó de nuevo pero con mucha más profundidad esta vez para permitir que el sintiera la misma urgencia que él en su boca. Sus labios se movían con fuerza sobre los de él. Exigentes, conquistadores. Le robó el aliento. Gulf no podía respirar porque él no lo dejaba.

Crystals Of Love [MewGulf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora