Maratón 3/5
Pasado una semana Gulf no recordaba habérselo pasado tan bien nunca. Todo era... perfecto. Tenía a Mew, y aunque solamente lo tuviera a él, ya se sentía inmensamente feliz. Pero ahora, además, también tenía verdaderos amigos. Le gustaban de verdad. Eran únicos, tenían unos corazones enormes. ¿Qué más podía pedir?
Ahora también era un artista de éxito; ¡querían más de su trabajo! Y qué si era solamente una persona. Solo hacía falta una. Quienquiera que fuese se había enamorado de sus cuadros lo suficiente como para comprarlos todos en el mismo momento en que los llevara a la galería. Y ahora tenía grandes amigos y un hombre al que adoraba, que, estaba bastante seguro, lo adoraba a él también.
A lo mejor no le había dicho las palabras todavía, pero Gulf confiaba en que Mew fuera el elegido. Las palabras saldrían. Ya había empezado a hablar de su futuro juntos como si fuera algo dicho y hecho. ¡Incluso le había dicho que tendría un anillo de compromiso!
Una hora más tarde, regreso al apartamento de Mew, había salido a llevar unos nuevos cuadros a la galería. Le mandó un mensaje a Mew diciéndole que estaba en el apartamento. Le había dicho que iba a llevar unos cuadros a la galería y él le había respondido que le avisara cuando estuviera en casa. No recordaba la última vez que se había sentido tan... feliz. Tan despreocupado y completamente satisfecho con la dirección que estaba tomando su vida. Cuando entro al edificio del apartamento el portero, que estaba al teléfono, puso la mano sobre el auricular y lo llamó desde el otro lado del vestíbulo.
-Señor Kanawut, le llegó un paquete mientras estuvo fuera. Está en mi mesa. ¿Se lo llevo al apartamento? Gulf sonrió.
-No, no pasa nada. Ya lo cojo yo.
Había pedido varios pinceles nuevos y sabía que llegarían hoy.
-Está en la oficina. Deme un segundo e iré a buscarlo.
-Oh, no hace falta -dijo-. Termine su llamada. Iré yo y ya me lo llevo.
-¡Señor Kanawut! -lo llamó desde atrás.
Él se adentró en la pequeña oficina donde se guardaban los paquetes pendientes de ser entregados y miró hacia la mesa donde se encontraba uno pequeño. Con una sonrisa, se acercó y se lo guardó debajo del brazo. Cuando se dio la vuelta para salir, sus ojos se posaron en varias pinturas cubiertas apoyadas contra la pared más alejada. Frunció el ceño porque una de ellas no estaba totalmente cubierta y era extremadamente parecida a una de las suyas. ¿Pero qué podrían estar haciendo aquí? Se acercó precipitadamente sin importarle lo más mínimo meter las narices donde no la llamaban. Quitó el envoltorio y ahogó un grito.
¡Eran sus pinturas!
Por unos minutos permaneció como en trance, entonces rebuscó apresuradamente entre los otros y el estómago se le hizo un nudo cuando vio todos y cada uno de los cuadros que había vendido en la galería.
¿Qué significaba? Dejó que el embalaje cayera al suelo y retrocedió un paso. El nudo que tenía en el estómago se le hizo más grande.
Oh, no. No, no, no. No podía ser. Él no habría sido capaz. Pero sí que lo había hecho. La evidencia la tenía frente a sus narices.
-Señor Kanawut, por favor. No debería estar aquí -dijo el portero desde la puerta.
-No, supongo que no - murmuró.
Pasó por su lado e ignoró cómo le pedía que parara. ¿Qué demonios podría decirle él? Se metió bruscamente en el ascensor con las lágrimas ardiéndole en los ojos. ¿Cómo podía haberlo hecho? Se sentía como el imbécil más grande de la tierra.
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Crystals Of Love [MewGulf]
Hayran KurguMew Suppasit siempre ha explorado su lado más salvaje, llevando sus relaciones al extremo y sin comprometerse emocionalmente. Exige tener en sus manos el control y le gusta dominar. Sin embargo, los cambios en la vida de sus mejores amigos Kaownah y...