Antes de poder reaccionar, uno de los hombres se le acercó por la espalda rápidamente para bloquearlo el camino hasta la puerta. Aunque no habría tenido tiempo de escapar de todas formas ya que había cerrado la puerta con llave al entrar.
—Gulf Kanawut—dijo uno de los hombres en un tono que le envió escalofríos por toda la piel —. Hay un mensaje que quiero que le entregue a Singto, Suppasit y Kaownah.
Antes de poder preguntar de qué estaba hablando y de exigirles que se fueran de su apartamento, el dolor se apoderó de su cuerpo, tirado en el suelo, completamente desconcertado. Y luego el dolor. Más dolor que atravesaron su cuerpo de forma agónica mientras ellos volcaban toda su violencia en él.
La sangre manchó su nariz. La podía saborear en la boca. No podía respirar bien, dolía demasiado. No podía ni siquiera gritar. Iba a morir. Ese pensamiento se formó en su mente y, extrañamente, no luchó contra él porque significaría escapar de la terrible agonía que estaba soportando. Entonces todo se quedó en silencio. Una mano se hundió en su pelo y tiró de su cabeza hacia arriba sin miramiento alguno.
Un hombre se inclinó sobre su rostro hasta estar a varios centímetros de distancia de él.
—Diles a esos mariquitas que no están a salvo de mí. Voy por ellos.
Se arrepentirán del día en que me jodieron. Me arruinaron, y juro por Dios que los arruinaré yo a ellos antes de que ponga fin a esto. Le puso bruscamente algo en la mano y luego dejó que su cabeza volviera a caer al suelo.
El dolor recorrió su columna vertebral. Oyó pasos y luego la puerta al abrirse. Y después al cerrarse. Un ligero quejido salió entrecortado entre sus labios hinchados y doloridos. Mew. Tenía que coger su móvil y llamarlo. Tenía que advertirle. Él vendría a por él. Todo estaría bien si pudiera coger su teléfono.
Intentó ponerse de pie, pero gritó de dolor cuando apoyó todo su peso en la mano derecha. Bajó la mirada hasta ella con un ojo casi cerrado debido a la hinchazón y la visión borrosa. ¿Qué le pasaba a su mano?
Usando el codo para mantenerse alzado, se arrastró hasta la mesita auxiliar donde había dejado el teléfono móvil. Intentó alcanzarlo, pero solo logró tirarlo al suelo, así que ahora solo le quedaba rezar para que no lo hubiera roto. Con su mano izquierda buscó torpemente el botón para abrir su agenda de contactos. Luego cambió de idea y le dio al de llamadas recientes porque la suya habría sido la última. Le dio a su nombre y rezó para que contestara.
**
Mew se encontraba sentado en la reunión con Singto y sus ejecutivos, pero su mente estaba más bien lejos de esa habitación. Tenía una resaca del demonio por haberse emborrachado la noche anterior. Singto y Kao lo metieron en un coche y luego lo llevaron a casa antes de soltarlo en su cama.
Se había despertado a la mañana siguiente sintiéndose como si un camión lo hubiera atropellado, pero el dolor de cabeza no era nada comparado con el dolor por haber perdido a Kanawut. No, no lo había perdido. Todavía no. No se permitiría pensar así.
Él estaba enfadado —y con razón — y él le había dado toda la noche anterior para pensar. Le había dado tiempo para estar separado de él y con suerte para decidir cuándo se le pasara el enfado que esta situación la podían resolver. En cualquier caso, le había dado ya todo el tiempo que le había prometido.
Tan pronto como esta maldita reunión terminara, iba a salir escopeteado de aquí. Iba a ir al apartamento de Gulf y, si hacía falta, se arrodillaría ante él. Haría lo que fuera para hacer que volviera a casa. Al apartamento de ambos. A sus brazos y a su cama. Y después no volvería a dejarlo escapar nunca más.
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Crystals Of Love [MewGulf]
FanficMew Suppasit siempre ha explorado su lado más salvaje, llevando sus relaciones al extremo y sin comprometerse emocionalmente. Exige tener en sus manos el control y le gusta dominar. Sin embargo, los cambios en la vida de sus mejores amigos Kaownah y...