Lucinda soltó un grito. Yo hice lo mismo. Aquélla no era Lucinda, ¿o sí lo era? Sus enormes ojos no eran los mismos. El hada aparecía encorvada a causa de la edad; su piel, antes perfecta, estaba ahora llena de arrugas, y tenía una verruga en la nariz. Lo que estaba viendo era la Lucinda real, una vez despojada de su magia.
-Mandy, ¿quién es ésta? ¡Has traído un humano para espiarme! -Se irguió un momento, y entonces vi el antiguo resplandor de la joven Lucinda que yo conocía. A continuación susurró-: Tú me resultas familiar. ¿Eres acaso una de mis víctimas?
Aquélla era mi oportunidad, la oportunidad de lograr la libertad que siempre había deseado; la oportunidad de escapar de mi nueva familia; la oportunidad de recuperar a Char. Pero estaba tan nerviosa que no podía hablar, sólo asentir con la cabeza.
-¿Qué te hice, pequeña? -susurró, temerosa de mi respuesta.
Al fin pude hablar:
-Me obligaste a ser obediente. Y ahora ya sabes lo que eso significa.
-Sí que lo sé, pequeña.
Me acarició la mejilla, y entonces mi corazón empezó a latir con fuerza.
-Pero ahora no puedo ayudarte, porque he renunciado a practicar la magia mayor.
-¡Oh, señora! -supliqué-. Sería un regalo maravilloso, y le estaría siempre agradecida.
-Ela... -me reprendió Mandy.
-Sólo por esta vez. ¿No crees, Mandy?
Lucinda negó con la cabeza y sus grises mechones de pelo ondearon.
-No debo hacerlo. Pero si alguna vez necesitas magia menor llámame. Sólo tienes que decir «Lucinda, ven en mi ayuda». -Me besó la frente-. Ahora ya me acuerdo de ti. Creí que sólo sabías hablar ayortano.
Yo le supliqué, le conté mis problemas, lloré. Ella lloró conmigo, incluso aún más fuerte, pero permaneció firme en su decisión. Le pedí a Mandy que la persuadiera, pero mi hada madrina rehusó.
-No puedo, lady -dijo-. El hechizo se realizó con magia mayor, y sólo con la misma magia puede romperse. Pero quién sabe qué pasaría si la usáramos.
-Sólo cosas buenas, sólo buenas... -dije yo.
-¡No puedo resistirlo más! -gritó Lucinda retorciéndose las manos-. No puedo resistir tu pena, pequeña. -Y dicho esto desapareció.
Salí de la habitación de Mandy a toda velocidad y corrí hacia la biblioteca, el único lugar donde podía estar realmente sola, donde nadie podía ordenarme que fregara, que cosiera, que lavara.
No podía ir a los bailes de Char. Hattie y Olive irían con Madame Olga. Ellas podrían bailar con él, igual que el resto de las chicas de Frell. Y alguna le atraería. Su naturaleza le inclinaba hacia el amor, y seguro que encontraría alguien a quien amar.
En cuanto a mí, siempre sería feliz sólo con verle por la calle, aunque él no me reconociera. Mi disfraz de sirvienta me ocultaría en la distancia, y nunca permitiría que Char estuviera tan cerca de mí como para reconocerme.
No podía ir a los bailes pero tampoco podía olvidarme de ellos. Hattie y Madame Olga no hablaban de otra cosa en todo el día. Incluso Olive estaba interesada, hasta el punto de sentir preocupación por su atuendo.
-Cose mi vestido con hilo dorado -le ordenó a su criada-. No voy a ser menos que Hattie.
Y yo, ¿no tenía el mismo derecho que ellas a asistir? Cocinaba, fregaba y las servía contra mi voluntad.
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El mundo encantado de Ela
Teen FictionEste libro es de la maravillosa Gail Carson Levine❤️ Argumento: No todo es plácido y sencillo en el mundo de los cuentos de hadas, un lugar en el que Ela podría lograr la felicidad, de no ser por el absurdo reglado mágico que le hicieron al nacer: e...