Sir Stephan era realmente hablador. Tenía una pequeña propiedad en Frell, mujer y cuatro hijas; además de dos perros. Estos últimos eran lo que más amaba. Eran más listos que los cerdos, los gatos y los dragones, y siempre andaban juntos, según decía. Mientras cabalgábamos me contaba, una tras otra, historias sobre la valentía y la astucia de sus perros.
-¿Cuándo cree que llegaremos a la granja de los gigantes? -pregunté cuando dejó de hablar para tomar aire.
-Dentro de tres días, creo.
¡Llegaríamos el día de la boda! Debíamos estar allí antes de que terminase la ceremonia.
-¿Podemos ir un poco más deprisa? Yo no necesito dormir mucho.
-Quizá tú no lo necesites, y yo, por mi parte, tengo ganas de volver con mis compañeros para ayudarles a custodiar a los ogros, pero el caballo sí que necesita descansar. Iremos tan rápido como él pueda aguantar.
Espoleé al caballo, esperando que sir Stephan no se diera cuenta. Pero el animal no se dio por aludido.
Sir Stephan empezó a contar un cuento sobre caballos agotados y una lucha contra un dragón. Cuando terminó me apresuré a cambiar de tema.
-¿Le gusta servir bajo las órdenes del príncipe?
-Quizás otro no respondería a una jovencita -dijo- pero yo le diré que soy un caballero de carrera.
-¿Y qué significa eso?
-Pues que no soy caballero por nacimiento, y que he tenido que esforzarme mucho hasta llegar a serlo.
-¿Char también ha tenido que esforzarse para llegar a ser príncipe?
-Ésa es una buena observación, jovencita. Nunca he visto a ningún otro muchacho, fuese paje o príncipe, tan deseoso de aprender a hacer las cosas bien.
Según sir Stephan, Char era casi tan maravilloso como sus perros. No sólo tenía ganas de aprender, sino que lo hacía deprisa. Era extremadamente considerado, y buen ejemplo de ello era lo que había pasado cuando salieron de Frell. El carro de un comerciante, que llevaba frutas y verduras, volcó justo delante de ellos.
-Cuando el vendedor empezó a gritar a todo el mundo que no pisara sus preciosos tomates, melones y lechugas, Char nos condujo hasta el carro. Se pasó casi una hora arrodillado, recogiendo la mercancía.
-También fue muy amable cuando me rescató a mí.
-Tú vales mucho más que cualquier fruta aplastada, y además no necesitas ser rescatada. Nunca hubiésemos atrapado a los ogros sin tu ayuda. -Entonces desvió la conversación de nuevo hacia Char-. Es inteligente y juicioso -siguió diciendo-, quizá demasiado formal, incluso serio. Ríe cuando algo es gracioso, pero no se divierte lo suficiente. Ha pasado demasiado tiempo junto a los cancilleres del rey. -Sir Stephan se quedó inmóvil por un momento-. Ha reído más en una mañana contigo que en dos semanas con nosotros. Debería bromear más con chicos de su edad, pero ellos se comportan con demasiada educación ante un príncipe. -Luego, volviendo la cabeza hacia mí, dijo-: Todos excepto vos, señorita.
Yo me asusté y pregunté:
-¿No me he comportado adecuadamente?
-Al contrario. Ha actuado con naturalidad, no como alguien que pertenece a la corte.
«La profesora de buenos modales me consideraría un producto fallido», pensé, y sonreí.
Normalmente dormíamos en posadas. La primera noche me retiré pronto después de cenar.
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El mundo encantado de Ela
Fiksi RemajaEste libro es de la maravillosa Gail Carson Levine❤️ Argumento: No todo es plácido y sencillo en el mundo de los cuentos de hadas, un lugar en el que Ela podría lograr la felicidad, de no ser por el absurdo reglado mágico que le hicieron al nacer: e...