Epílogo

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Nos casamos al mes siguiente. Para la ceremonia lle­vé mi primer vestido nuevo desde hacía mucho tiempo y me puse el collar de mamá, que Hattie tuvo que devol­verme. Después de que mi identidad real hubiese sido revelada el rey Jerrold y la reina Daria me aceptaron go­zosos en la familia real.

Mi madrastra y sus hijas no fueron invitadas a la bo­da y tuvieron que celebrarla, si es que lo hicieron, por las calles junto al resto de ciudadanos de Frell. Papá fue invitado pero como estaba de viaje cuando recibió la noticia ya era tarde.

Areida sí vino. Renovamos nuestra amistad y juramos visitarnos a menudo, promesa que nunca dejamos de cumplir.

Toda la gente exótica, excepto los ogros, estaba representada en la ceremonia. Slannen nos regaló una pieza de porcelana de Agulen, que representaba un niño abrazado a un árbol. zhatapH y zhulpH también vinieron; el niño seguía siendo un bebé, ya que los gnomos tardan más que los humanos en crecer. Uaaxee también asistió a la ceremonia, y se encargó de mantener quieto a nuestro invitado Manzana, que galopaba a lo largo del vestíbulo de palacio.

A pesar de que Lucinda no fue invitada acudió de to­das formas, trayendo un regalo...

-No, gracias -dijimos Char y yo al unísono.

-Recuerda cuando te convertiste en ardilla -le dijo Mandy.

Pero su regalo era lo que papá llamaría una chuchería mágica. Se trataba de una caja, no mayor que la uña del pulgar, que crecía o se hacía pequeña según lo que se quisiera guardar en su interior. Era muy útil e inofensi­va, así que le dimos las gracias a Lucinda, que rió feliz.

Con el tiempo, Hattie se reconcilió con nosotros y usó nuestra relación para beneficio propio. Nunca se casó, pero Olive sí lo hizo. Un viudo charlatán se ena­moró de ella. Cuando Olive le pedía que le hablase, él le contaba sobre sus triunfos, sus enemigos, sus opiniones. Hablaba sobre todo lo que se le ocurría. No es que Oli­ve tuviera prisa por casarse, pero dio su consentimiento a cambio de veinte monedas diarias y un pastel de nata en cada comida.

Papá y Madame Olga continuaron amándose en la distancia. Después de mi boda papá volvió a triunfar en los negocios, trabajando para la familia real. Char le vigilaba para que fuera honesto, y sólo intervenía si era necesario para salvarle a él o a las víctimas de sus engaños.

Mandy vivió con nosotros y siguió ejerciendo de cocinera, y de hada madrina de nuestros hijos. Seguía practicando magia menor para protegernos de los res­friados y de los pequeños accidentes domésticos. Nancy también vino al castillo, y estuvo al mando de una legión de criados, algunos de los cuales eran los encargados de mantener las barandillas enceradas para que los reyes pudiesen deslizarse a toda velocidad por ellas.

Yo rechacé el título de princesa pero adopte el de «Lingüista de la Corte» y «Real Pinche de cocina». No quise quedarme en palacio cuando Char viajaba, asi que le acompañaba siempre. Aprendí todas y cada una de las lenguas que oía en mis viajes. Cuando estábamos fuera, el libro mágico de Mandy me mantenía informada de lo que hacían nuestros hijos.

Las decisiones eran fáciles después de haber roto el hechizo. Adoraba tener el poder de decir sí o no. Rechazar algo era un verdadero placer. Char seguía riéndose con mis bromas, y su bondad hacía que mi amor por él creciera día a día.

Y así, entre risas y amor, vivimos felices para siempre jamás.


FIN 

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[Aww ¿les gustó? lindo lindo lindo libro!]

El mundo encantado de ElaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora