Capítulo 4

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Domingo 10:00 a.m

Desperté porque Joyin se enganchó a mi brazo y me movía de un lado a otro como si su vida dependiera de ello, no por deseo propio.

Abrí con dificultad uno solo de mis ojos rodeados por legañas. Lo miré hincado en el colchón, a mi lado, a punto de lanzarse encima de mí para despertarme.

No tenía idea de porque lo niños hacían eso, pero recordaba que de pequeño yo también jodía a mis padres hasta verlos levantados. Incluso cuando comencé a vivir con Hyuk (ya pasados mis 19) de igual manera me introducía a su pieza y lo molestaba para que dejara de dormir, aunque no lo hice más porque un día se enfadó en serio y me tiró de la cama.

-Ya, estoy despierto. Basta -Pedí arrastrando las palabras. Me senté y froté mis ojos.

La cabeza me dolía como si alguien estuviera taladrando dentro.

Mi vista captó a mi al rededor los posters de Hyukjae y mi olfato el notorio olor de su perfume, impregnado en la ropa tirada por todos lados.

Recordé que por la madrugada vine a dormir con Joyin porque él había tenido una pesadilla.

Recordé también lo que estuve haciendo con mi mejor amigo antes de que Joyin se apareciera.

Mi rostro se tornó color escarlata.

-¿Tienes fiebre? -Preguntó poniendo su manita sobre mi mejilla -Estás rojo.

-No, no me sucede nada -Sonreí de manera tranquilizadora -¿Qué pasa contigo? ¿Por qué tenías tanta prisa en despertarme?

-Creo que necesito ir al hospital -Hizo una mueca. En cuanto escuché sus palabras todo indicio de resaca se fue por la borda.

-¿Qué? ¿Qué te duele? -Pregunté, quizá más asustado de lo que debería estar.

-No me duele nada, pero... -Calló y me mostró algo que sostenía entre sus dedos índice y pulgar. Entrecerré mis ojos y ahí, apresado, estaba un pequeño diente blanco -¡Se me cayó un diente!

Suspiré aliviado y me dejé caer sobre el respaldo de la cama.

-Está bien Joyin, no necesitas ir a un hospital -Expliqué tratando de no esbozar una sonrisa. Pobrecillo, me hacía gracia su preocupación -¿Nadie te dijo que se te caerán los dientes?

-¡¿Qué?! ¿Perderé más? ¡Me veré como los ancianos!

-No, no. Tranquilo -Le alboroté el cabello y me permití sonreírle -A los niños se les caen los dientes. Es normal. No te preocupes, te crecerá otro en el lugar que éste dejó.

-¿En serio? ¿Cómo a los tiburones?

-Eeeeh... sí -Confirmé aunque hace cinco segundos no tenía ni idea de que eso le ocurría a los tiburones -¿Cómo... cómo supiste eso?

-Lo leí en mi libro de animales -Me contestó como si nada.

-¿Sabes leer? -Pregunté un poco más que impactado.

-Y escribir también. Mi mamá me enseñó -Me explicó. Se bajó de la cama y recogió su mochila del suelo. Abrió el cierre y sacó un libro enorme de pastas duras que ponía "Datos de la vida animal". Me tendió el libro y yo lo acepté. Abrí una página al azar en donde me encontré con información sobre los monos capuchinos. El libro venía repleto de imágenes interesantes.

-¿Qué dice aquí? -Señale con mi dedo un renglón al azar. No es que desconfiara de él, pero esto me parecía simplemente increíble.

-Se cree que el mono capuchino es el más inteligente de los monos del Nuevo Mundo... -Me obedeció y leyó magníficamente, aunque un poco lento, pero ¿qué coño? Se trataba de un niño de cinco años que podía leer casi a la perfección. Con razón su léxico era tan bueno.

¡Hola, papá! [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora