Capítulo 12

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—Y... ¿dónde estamos?

Joyin no había preguntado nada hasta ahora que nos encontrábamos frente a esa casa que tantos recuerdos me traía.

Lo había despertado temprano, duchado, vestido y arreglado cuando él aún no espabilaba por completo.

En ningún momento se quejó, solo comió su desayuno y se tomó de la mano de Hyukjae todo el camino desde nuestro departamento hasta la casa de los señores Lee.

Era temprano, las 9:00 de la mañana quizá, y por supuesto que la curiosidad le entró ahora que su ensoñación lo había abandonado totalmente.

—¿Recuerdas cuando mi mamá fue a nuestra casa y te dio chocolate con galletas? —le preguntó Hyuk. Joyin asintió con los ojos brillantes por el recuerdo —Pues ahora nosotros venimos a visitarla a ella. Y también conocerás a mi padre.

—¡Wow! ¿De verdad? —Joyin estaba eufórico. Dio un par de brincos y una sonrisa enorme le adornaba la cara.

Su ilusión dejó una bonita y cálida sensación en mi corazón.

Mis abuelos murieron cuando yo apenas era un niño más pequeño que Joyin, así que me hacía feliz ver que él sí pudiera conocer a los suyos, ver que Hyukjae no le iba a negar ese derecho.

Mi amigo asintió y se puso a contarle un montón de historias acerca de él con sus padres. La mayoría no tenían sentido de ser, pero Joyin las escuchaba con admiración.

Yo sabía que Hyukjae solo estaba usando a su hijo para evitar el deber de decirle la verdad a sus padres, pero eso sorprendentemente me hacía gracia. De cualquier forma, no iba a poder huir. Si intentaba hacerlo yo me encargaría de que no lo lograra, así temblara la tierra, diluviara, hubiera un apocalipsis zombie o los aliens quisieran conquistar a la raza humana.

Yo cargaba en el brazo una canasta con flores y frutas. Normalmente cuando veníamos a casa de sus padres, nunca traíamos regalos con nosotros, pero esta vez creímos prudente hacerlo. Como cuando Hyuk era adolescente y le regalaba cualquier cosa a su madre antes de decirle que lo habían suspendido de la escuela.

Era una actitud inmadura, ambos lo sabíamos, pero aun así nos pareció desconsiderado llegar con las manos vacías si íbamos a soltarles una noticia tan importante.

Me reí al imaginar que Hyukjae y yo veníamos a decirles que me encontraba embarazado, como tanto temí cuando era pequeño.

—¿De qué te ríes? —me preguntó Hyukjae cruzándose de brazos.

—De nada. Hay que llamar a la puerta ya.

—¿Ahora? ¿No quieres esperar un poco? —me preguntó mordiéndose los labios, anhelando que yo le diera una afirmativa, pero, por el contrario, negué con la cabeza y llamé al timbre antes de que Hyukjae pudiera abrir la boca de nuevo y retrasar esto aún más.

Mi adorado y patético mejor amigo se escondió detrás de su hijo de forma inconsciente, como si ese niño de 01.05 metros de altura pudiera protegerlo de sus propios padres.

En ese momento una sonriente señora Lee abrió la puerta. Soltó un alarido al vernos y, emocionada, llevó sus manos a su boca.

Siempre reaccionaba así cuando veníamos a visitarla. Cualquiera que no la conociera habría pensado que tenía años sin vernos.

—Mis bebés —dijo antes de darnos un fuerte abrazo a cada uno. Luego dirigió su mirada a Joyin y, al igual que nosotros, lo apretujó entre sus brazos. Joyin rio y le correspondió encantado.

Levanté la ceja, un poco confundido. Ahí fue cuando comencé a sospechar que ella sabía algo.

Volteé a mirar a Hyuk para saber si él también lo había notado, pero no. Él solamente estaba ahí temblando y mordiéndose los labios, demasiado asustado como para percatarse de cualquier cosa que ocurriera a su alrededor.

¡Hola, papá! [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora