Las recaídas jamás son buenas si quien te asesora es la desesperación. No es bueno elegir con urgencia cuando se trata de emociones.
Nunca fue meticuloso a la hora de tomar decisiones. Siempre se dejó guiar por el impulso. Aun así, esta era la decisión más precipitada que tomó jamás, la más idiota y sinsentido. Todo lo que le llevó a ella estaba ligado a la desesperación.
Sabía que debía comportarse como un adulto, pensar las cosas antes de actuar y no llevarse a todos los que lo rodeaban de corbata, pero tan solo evocar una vida lejos de Joyin lo abrumaba. Yuknee no tenía ni la más mínima intención de dejarlo ver a su hijo, ni siquiera una o dos veces al mes. Hyukjae no se creía capaz de simplemente olvidar todo. Joyin ahora era una parte de él, e intentar arrancárselo dolería demasiado.
Prefería evitarse todo eso. Las situaciones así requerían soluciones desesperadas. Solo esperaba que funcionara:
Iba robarse a Joyin.
Metió dentro de una pequeña mochila un par de cambios de ropa y algo de dinero en efectivo, así como credenciales y documentos importantes. Tampoco es que lo hubiera planeado mucho. Rezaba por no ser atrapado.
El plan, por el momento, era recoger a Joyin de la escuela, cambiarle el uniforme lo antes posible, pasar a distintos bancos a sacar el dinero de sus tarjetas, evitar las cámaras de seguridad y saltar de motel en motel hasta que pudiera irse muy lejos de Seúl. Era estúpido, pero no se le ocurría algo mejor. No tenía idea de qué haría con la documentación del niño, ni con la escuela o con su trabajo. Esa mañana ya había renunciado por teléfono; así mismo decidió ponerle pausa a su deseo de entrar a una clínica de rehabilitación.
Si la policía lo pillaba lo refundirían en la cárcel, era consciente de ello. El secuestro de menores era un delito gravísimo, y aunado a sus antecedentes por uso de drogas y robos, podría arruinarle la vida.
Sí, prefería no pensar en eso.
Llegó muy temprano a la salida del colegio. Las cosas estaban tal como las recordaba, como si no hubiese pasado el tiempo. Los padres comenzaron a llegar, apresurados, enfurruñados, hablando por teléfono. Se sintió mal por ellos. Era consciente de que la rutina podía tornarse pesada, sin embargo, los compadecía porque ellos no sabían que tan grande era la dicha de tener a sus hijos entre sus brazos todos los días, sin temor a perderlos, sin necesidad de hacer lo que él estaba a punto.
Al cabo de casi media hora Joyin le fue entregado. Se veía gracioso tan bien peinado y portando el uniforme tan pulcro.
La subdirectora estuvo sorprendida de encontrarlo ahí, y al pedirle una explicación acerca de su desaparición anterior, A Hyukjae le bastó decir que todo fue culpa de un viaje de negocios. Se despidió y trató de alejase lo antes posible.
Después, cuando estuvieran buscando a Joyin, entrevistarían a esa mujer y a todos los padres que se hallaban cerca del aérea. Huir y esconderse durante mucho tiempo sería difícil.
—¿Cómo te fue hoy? ¿Qué tal el regreso a clases? —le preguntó, tirando de él calle abajo. Primero debía buscar un baño público para cambiarle la ropa, de ahí pasarían a un banco y luego tomarían un taxi que los dejara cerca (no tan cerca) de un hotel.
—Bien. Mis amigos preguntaron por qué deje de ir.
—¿Y qué les dijiste?
—Que tuve un accidente. —Se encogió de hombros como si nada.
Hyukjae se detuvo frente a una casa llena de flores en el jardín, la misma en la que tantas veces se detuvo a sostener charlas con Joyin. Se apoyó en la pared, le quitó la mochila al niño, y se encendió un cigarro.
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¡Hola, papá! [Eunhae]
FanfictionDonghae y Hyukjae, a pesar de ser mejores amigos, son bastante distintos el uno del otro. Uno es atento, cálido, responsable, comprensivo y educado. El otro, sin embargo, es... caso perdido. Sorprendentemente, con todo lo anterior en contra, supiero...