Capítulo 5

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7:30 p.m.

─¿De qué color debo hacer las manzanas? ¿verdes o rojas? ─preguntó Joyin poniéndose el dedo sobre la barbilla.

─A mí me gustan más las rojas ─dijo Hyuk sin dejar de picar zanahorias en la encimera.

Los tres estábamos en la cocina. Hyukjae hacía la cena mientras Joyin y yo esperábamos sentados en el comedor. El pequeño coloreaba un dibujo de su libro infantil y yo lo "ayudaba" a elegir colores.

Sonreí con melancolía. Hacía mucho tiempo que no pintaba absolutamente nada, ni siquiera había hecho un dibujo en mis tiempos libres.

Supongo que mi don estaba desgastándose, o simplemente ya no tenía motivación para crear un cuadro.

─Haré la mitad roja y la mitad verde ─decidió él y yo asentí, dándole la razón.

─Donghae es muy bueno dibujando ─le dijo Hyuk a Joyin. Quizá sus pensamientos tomaron el mismo rumbo que los míos.

─¿De verdad? ─preguntó el niño mientras rellenaba una manzana de color verde.

─Lo era...

─Lo es y siempre lo será ─me interrumpió Hyukjae. Se giró a mirarme y me sonrío ─, desde que éramos pequeños.

─Donghae me dijo que se conocen desde los cuatro años ─le comentó Joyin. Dejó el color verde sobre la mesa y apoyó su barbilla sobre la palma de su mano ─¿Cómo se conocieron?

─Él cuenta mejor esa historia ─dijo Hyukjae apuntándome con una zanahoria. No se pudo aguantar más y terminó riéndose.

─Tu padre era un niño muy muy travieso ─entrecerré mis ojos en su dirección.

─¡Quiero saber! ─exclamó Joyin.

─Bueno. Yo tenía 4 años cuando me mudé con mi familia a un nuevo vecindario. El barrio era un condominio cerrado, así que los niños podíamos andar por ahí sin que hubiera peligro. Además, cerca había un parque asombroso. El primer día que llegué ahí, mientras mis padres ayudaban a subir cajas, yo fui a explorar el parque...

Flash back.

... Me quedé impresionado por los grandes árboles y el montón de juegos que había alrededor.

Los demás niños jugaban por doquier, había ancianos leyendo en las bancas, pajarillos en las fuentes y señoras tejiendo al pie de los árboles.

El sol caía fuerte sobre nuestras cabezas, pues era verano, quizá uno de los más calurosos que he vivido.

Me limpié un hilo de sudor que brotaba de mi frente antes de poner mis manos sobre los tubos de la resbaladilla, dispuesto a subir para deslizarme y jugar un rato.

Sin embargo no pude completar mi acción porque a unos metros de mí vi un arbusto sacudirse.

Sonreí y me olvidé rápidamente de la resbaladilla. Me aproximé allá porque creí que detrás podría haber un conejo, como ocurría en las caricaturas que pasaban en la televisión.

En mi mente, en menos de cinco segundos, me creé una película donde atrapaba al conejo y lo llevaba a mi nueva casa para convertirlo en mi mejor amigo.

Sí llevé algo a casa ese día, pero no era precisamente un conejo.

Me eché de rodillas al pasto y me arrastré cauteloso hasta llegar al arbusto. Actuando rápido me metí entre las ramas hasta llegar al otro lado, pero mi deseado conejo no era más que un niño con las comisuras llenas de chocolate.

¡Hola, papá! [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora