Capítulo 13

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—Entonces ¿ya se durmió? —pregunté mordiéndome el labio inferior.

—Por quinta vez, Hae, sí, ya lo hizo —me respondió la mamá de Hyukjae al otro lado de la línea telefónica—. Tienes que dejar de lado esa paranoia tuya. No te traerá nada bueno.

—Lo siento, pero supongo que ya me estaba acostumbrando a vigilar siempre a Joyin.

—Te entiendo, hijo. También soy madre ¿sabes?

Asentí aunque ella no pudiera verme.

Vi a Hyukjae frente a mí terminar a arreglarse el cabello con los dedos.

Sonreí embobado sin siquiera tener que mirarlo a la cara. Dios santo, cuanto me gustaba.

Después de esa intensa ducha, ambos habíamos venido a mi habitación para prepararnos. Aún quería tener una noche para nosotros y, aunque Hyuk quiso quedarse después de lo ocurrido, yo preferí apegarme al plan inicial. Los papeles se invirtieron y ahora tenía ganas de divertirme.

Además, sabía lo que terminaríamos haciendo toda la noche si nos quedábamos. Hyukjae no era conocido por ser reservado o un santo. Y no es que yo no quisiera, pero todavía me daba demasiada vergüenza.

Me costó mucho trabajo tomar el teléfono y marcar el número de su madre, pero mis ganas por saber como se encontraba Joyin eran más fuertes.

De todos modos eso no quitaba que estuviera totalmente sonrojado mientras hablábamos. Lo bueno de esta situación es que ella no podía notarlo.

Yo ya me encontraba completamente vestido y listo para salir. Hyuk, en cambio, aún estaba sin camiseta y luchando contra su cabello.

Nuestra demora era completamente culpa suya, pues estuvo acariciándome y besándome sin parar mientras me preparaba, tratando de convencerme para quedarnos, pero no cedí y ahora tenía que darse prisa si queríamos encontrar un club que no estuviera tan lleno.

Durante unos segundos más trató duramente de domar un mechón de su cabello negro que simplemente no quería quedarse quieto. Al final suspiró y lo dejó por la paz.

Se dio la vuelta y me encontró mirándolo sin disimulo. Sonrió perversamente y yo me vi obligado a sacar rápidamente mi vista de su cuerpo. Sin embargo, no funcionó porque se acercó a mí y se tiró en mi cama, donde yo estaba sentado a lo indio.

Primero se recostó sobre mis piernas y comenzó a acariciar mis muslos con tiernos movimientos circulares. Pronto se aburrió de ello y me levantó la camiseta para besarme el torso.

La señora Lee me hablaba de lo que le había dado a Joyin para cenar y, gracias a Hyukjae, casi pierdo el hilo de la conversación.

Tapé la bocina y alejé un poco el teléfono de mi oído.

—Estate quieto —le ordené en un susurro. En respuesta él solamente se rio y siguió besándome.

Entorné los ojos y le di un par de manotazos, pero no atendió a mis súplicas.

A veces no comprendían a Hyukjae. Digo... ¡estaba con su madre al teléfono!

—Suéltame, pervertido —demandé en un nuevo murmullo. Hyukjae sonrió sobre mi piel y delineó con su lengua la circunferencia de mi ombligo—. Voy a golpearte y ya verás, insoportable...

—¿Está mi hijo ahí, Donghae? —me preguntó de pronto la señora Lee.

La cara me hirvió al considerar la posibilidad de que ella haya podido escuchar todo lo que estaba diciéndole a su hijo.

—Mmm... no, no está —mentí.

—Oye ¿por qué me niegas a mi propia madre? —me reclamó Hyukjae en voz alta y en un tono juguetón.

¡Hola, papá! [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora