Capítulo 17

539 82 12
                                    

POV Donghae

Estaba genuinamente preocupado por Hyukjae. No podía ocultármelo a mí mismo.

Yesung poseía un poder de persuasión del que ni siquiera Hyuk podía librarse.

Solo esperaba que supiera hacer lo correcto y que, por su propio bien, ni siquiera se le pasara por la mente abandonarme para irse a esa fiesta. Teníamos responsabilidades en la cafetería que no eran sencillas y también las teníamos con Joyin.

No podía simplemente largarse.

No lo haría ¿cierto? Hyuk ya no era así, no sería capaz.

—¿Estás bien?

La vocecita infantil me trajo de vuelta al mundo real.

Recordé dónde estaba y para qué.

Frente a mí se encontraba el colegio de Joyin y un montón de niños corrían a mi alrededor directo a los brazos de sus padres.

Estaba tan ensimismado con mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta en qué momento replicó el timbre que anunciaba la salida.

Por lo pronto le sonreí a Joyin, quien ya estaba frente a mí, pequeño, con la enorme mochila casi vacía a cuestas, bien peinado (como lo dejé en la mañana) y sonriéndome con todo el esplendor de su dentadura incompleta.

—Estoy bien ¿por qué lo preguntas?

—Te ves como si quisieras llorar...

Me froté el rostro sin permitirme demostrar mis verdaderos sentimientos.

No podía ser posible que hasta un niño de cinco años me leyera sin problemas como a un libro abierto.

—Claro que no. Mejor cuéntame cómo te fue hoy.

—Muy bien, solo que la profesora me dio esto... dijo que se lo entregara a papá. —Sacó de su bolsillo un sobre blanco muy arrugado.

Al tomarlo pude verificar que estaba sellado.

—Joyin... —me quejé —¿Por qué no lo guardaste en la mochila? Mira como quedó.

—Lo siento. Me lo dio durante el receso y se me olvidó.

—¿No te dijo acerca de qué es?

—Nop. Solo pidió que no se me olvidara. Según ella, es importante —hizo una pausa y pronto se deshizo del tema —¿Me compras palomitas de maíz?

Con su dedito apuntó a un vendedor ambulante que cargaba con una máquina de esas móviles.

—Claro.

—¡Yeih! —y sin esperar un segundo más se dirigió corriendo hacia allá.

—¡Con cuidado! —le reprendí mientras lo seguía.

Al llegar al pie del puesto observé con mayor atención el sobre.

La verdad estaba muerto de curiosidad y, además, yo también era su padre ¿no? Así que, sin pensármelo mucho, rasgué el papel con mis cortas uñas cuidando que el contenido no se estropeara. Después lo saqué con cuidado, notando que estaba doblado a modo de tríptico. Desarrugué el documento y me dispuse a leer.

De hecho, sí parecía importante. Estaba impreso a colores, tenía el logo de la escuela en la esquina superior y del otro lado brillaba un holograma de certificación. Sin embargo, a medida que lo analizaba, mi sonrisa crecía y crecía. Quizá hasta lucía como un loco.

—Hae...

Un tirón en mis pantalones me hizo reaccionar. Retiré la carta de mi rostro y bajé la mirada para encontrarme con los redondos ojos negros de Joyin que me miraban con insistencia. Noté qué ya sostenía entre sus manos una bolsa de papel repleta de palomitas y, obviamente, esperaba que yo pagara.

¡Hola, papá! [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora