14. Juro que te olvidaré.

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- ¡Estás despedido!

Lo último que había escuchado antes de agarrar mi mochila y salir de allí, era el tercer trabajo que perdía en dos meses. Estaba tan molesto con la estúpida crisis que había cegado la economía y que hacía más vulnerables a los que tenían los puestos menos importantes como yo, aunque sabía que no era mi culpa, pero igual me culpaba, ya no podía manejar mi irá constante, entré a una tienda y compré una botella de licor con el poco dinero que me quedaba, la guardé en mi mochila y salí de allí rápidamente.

Tan sólo la palabra desempleo hacía que quisiera solo terminar con mi calvario de una vez por todas, ponerle fin a esa situación tan precaria en la que me encontraba, pasar por el puente era una tentación, lo cruce sin pensar.

Había dejado el departamento hacía un tiempo, no pude con el pago del alquiler, así que solo había sacado una pequeña maleta donde tenía mis pocas pertenencias, ahora me quedaba en un refugio donde me habían dado una cama para poder descansar.

Así que en realidad no importaba mucho si solo me rendía, nadie dependía de mi, nadie se daría cuenta, caminé sorteando a las personas con rapideza tenía que llegar a mi pequeño cuarto y perderme en el alcohol antes de seguirle el hilo a mis impulsos más oscuros.

Me detuve en un cruce de un semáforo, la capucha de tapaba casi todo mi rostro, pero aún así pude reconocer la camioneta que pasó frente a mi, era la misma en la que había viajado aquella vez a la montaña, alce la mirada rápidamente buscando su rostro dentro pero no lo encontre, tan solo eran sus padres que no lograron verme. Apenas la luz del semáforo cambio salí corriendo y no me detuve hasta que estuve totalmente a salvo dentro del refugio.

Saqué la botella de vodka y sin pensarlo tomé un trago grueso y comencé a llorar sentándome detrás de la puerta.

Por un momento había sentido la esperanza de verlo de nuevo.

Por qué lo extrañaba tanto si ya habían pasado dos años desde la última vez que lo vi, parecía que mi corazón se negaba a soltarlo.

Otro trago me anestesio un poco más y dejé de llorar, solo le di rienda suelta a ese enojo que sentía hacía mi mismo, a mi soledad y mi incansable necesidad de extrañarlo.

Ése sentimiento me hizo tomar otro trago y luego otros dos más.

Jamás pensé que me dolería tanto la ausencia de mi madre, estaba totalmente arrepentido de no aprovechar el tiempo juntos y abrazarla fuerte. Sentía que había sido un mal hijo y eso me lastimaba aún más.

Todo había sido mi culpa.

Por haber creído que solo podía dejarlo libre sin sufrir, pero eso había sido lo mejor.

Cuando el mareo se hizo más pronunciado escuché su voz suave diciéndome que era yo el chico más lindo que había conocido.

Era justo allí cuando yo volvía a ser feliz.

- Kookie yo aún te amo ¿puedes abrazarme una vez más? Por.. favor....

Un abrazo, solo eso necesitaba para ser feliz, pero este jamás llegó.

Desee que ya no doliera más.

Desee poder ser fuerte para poder salir adelante.

- Mochi, yo creo en ti, no te rindas.

- ¡Lárgate!

Llore por qué el no estaba conmigo, por ser tan iluso.

- Déjame solo.

- Mochi yo te amo.

- ¡No eso no es verdad! ¡Lárgate! Ya no te quiero escuchar, acaso no ves cuánto me lastimas.

No podía detenerme por el pronunciado mareo y caí aún lado totalmente ebrio, tiré la botella vacía lejos de mi asqueado.

Esa noche fue la última vez que lo escuché y la primera vez que desee olvidarlo.

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Yo aún te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora