Extra 4. ¿Te dejarás amar?

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Sentía que era la primera vez que lo besaba. Tomé su rostro en mis manos disfrutando de nuevo de su textura suave de su piel, sus pupilas dilatadas mirandome y mi mirada en sus labios.

Acaricié sus labios con los mios, deseoso por qué fuera él el que me volviera a besar después de tanto, tenía miedo de que  él no estuviera seguro quería que me aceptará de manera auténtica sin ser forzada.

Ahora ya no tenía salida, había esperado mucho tiempo por él, que ahora lo único que quería era hacerle saber cuánto lo había extrañado.

En cuanto él apreso mis labios ambos cerramos los ojos por la sensación tan arrasadora que nos envolvio, no había vuelta atrás ahora sería para siempre mío, jamás lo volvería a perder.

Ahonde el beso y lo abracé incapaz de mantenerme alejado de él y como si fuese un helado al sol se derritió en mis brazos gimiendo de placer por el sabor de nuestras esencias juntas.

Deslice mis manos por su espalda, acariciando el lienzo suave de su piel. Amaba esa sensación, jamás había vuelto a tocar a otras persona de esa manera, mi tacto le pertenecía por completo, pronto los suspiros nos hicieron detenernos.

Una mirada oscura llena de deseo fue la que me encendió más allá de lo tangible.

- ¿Me besas de nuevo? - un ruego combinado con deseo.

Sonreí y acariciando de nuevo la piel de su espalda, él recargado en el sillón y yo sobre él, tapandolo con mi cuerpo. El viento entraba tratando de bajar la temperatura que empezaba a subir como si de un volcán se tratara.

Él beso se volvió exigente y voraz, haciendome estremecer sobre el queríendo solo poder soportar cuerdo sus caricias, pues sus manos habían ido a sacar la camisa de mi pantalón y desabrochaban los botones con eficacia.

Gemí cuando sus manos cálidas tocaron mi piel que al instante mi piel se erizó, separé mis labios de los suyos y lo miré, rogándole que esas caricias no fuesen inocentes pues hacía demasiado tiempo que yo no había tenido atención ni cariño.

- ¿Estás seguro?

Su mirada oscura, sus mejillas rosadas, sus labios rojos por mis besos, su respiración entrecortada, quería que me dijera que si por qué no deseaba más probar una vez más el sabor de su piel. Tomó mi corbata y me volvió a jalar hacía él con una sonrisa coqueta llena de maldad y excitación que terminó por encender las terminaciones nerviosas de mi cuerpo.

Fui víctima del beso más apasionado que había probado, estaba siendo seducido por un chico rudo que tenía una pistola en la mesa de alado y que no dudaría en usarla en mi contra pero a la vez él era el más encantador joven de mirada dulce y labios bonitos que había conocido jamás.

Quité el jersey haciendo que su cabello negro se despeinara. Lo acaricié con necesidad. Ahora lo quería todo de él, todo aquello que había deseado durante tanto tiempo de sequía, solo alimentaba mi necesidad con recuerdos y más recuerdos.

Me levante y tomé su mano para lavantarlo del sillón, esa sería nuestra noche, la primera después de tantos años, la primera de muchas mas, por qué de algo estaba seguro, lo eligiría a él  por encima de todo y eso prometía mucho tiempo a su lado.

Lo llevé a nuestra habitación, tan pronto como cerré la puerta él se detuvo asombrado por la estancia.

- ¿Está es tu habitación?

Yo aún te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora