16. El viajero.

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El tren comenzo a avanzar, asombrado de la cantidad de personas que tambien estaban a su espera.

Comenzé a correr cuando el tren tomó mas velocidad logrando colgarme de un costado, me impulse y brinque muy alto. Las demás personas también hicieron lo mismo, algunas escalaron hacía la parte de arriba del tren, pero yo solo me aferré fuerte por la intensidad del movimiento y el viento helado, las manos me sangraban pero no presté, ahora no importaba mi dolor.

Me arrepentí mucho de mis estúpidas ideas horas después, por qué tenía mucho miedo y frío, nisiquiera sabía bien dónde me dirigía y si el desconocido que me esperaba era buena persona.

Baje del tren la siguiente noche rápidamente solo para comprar algo de comer. Alguien me jaló de la mochila y me hizo a un lado cuando metí las monedas en la máquina.

Un hombre con aspecto peligroso tomo lo que yo había pagado.

Abrió la envoltura y se lo empezó comer.

- ¿Que demonios hace aquí alguien como tú?

Bajé mi gorro tapando mi rostro, su voz fuerte e intimidante me hizo buscar algún camino pasa salir corriendo, pues su tamaño era más del doble que el mío.

Él tren comenzó a andar y yo me desespere, el tipo estaba justo en mi mi camino.

Traté de pasar a su lado y me empujó haciendo que cayera fuerte al suelo.

- ¿Que te sucede niñita?

Él golpe fue seco e hizo que mi rodilla doliera.

Pero no podía pensar en nada que no fuese el tren que ya empezaba a acelerar.

¡Demonios!

Me levanté y lo empujé con todas mis fuerzas para hacerlo aún lado.

- ¡Dejame pasar!

Pero no lo moví, al contrario se acercó a mí y me tomó por el cuello levantandome de un solo esfuerzo, se acercó a mi oliendome.

Su repugnante aliento golpeó mi rostro y me dieron náuseas.

Comencé a patearlo con todas mis fuerzas.

El tren ya empezaba a alejarse.

Y yo entré en pánico.

- ¡Déjame!

- Parece que me divertire hoy contigo, hueles muy bien perrita.

El tren desapareció de mi vista y yo comence a llorar de frustración.

- ¡Déjeme se lo suplico!

El se empezó a reir, parecía que algo en mi le gustaba.

Tenía mucho miedo y no sabía que hacer por más que luchaba para que me soltara él sólo me acerco a él y lamió mi mejilla.

- Te haré gozar.

- ¡Auxilio!

La estación estaba vacía, en el peor de los casos prefería morirme antes de pasar algo tan horrible como una violación.

- ¡Vamos ricura!

Aseguro mis manos detrás de mi espalda agarrándome con tanta fuerza que sentía que me rompería los huesos.

- ¡No por favor, no!

El sonido de unos frenos de un carro rompieron mis gritos.

Yo aún te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora