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11 de agosto de 2019
Durante el tiempo que estuve en el hospital, Rubén ha estado pendiente de mí, ya sea dándome de comer, como si fuera un bebé, acompañándome al baño ya que tenía fuertes dolores de cabeza, avisando a la doctora si me pasaba algo raro e incluso se quedaba a dormir en el sofá de dos plazas que había frente a la cama, por si necesitaba algo por la noche.
La verdad, agradecía esos detalles por su parte, ya que era lo mínimo que podía hacer después de todo...
—Buenos días, chicos —saludó la enfermera entrando a la habitación—. Vengo a daros una buena noticia —adelantó con una sonrisa.
—Dinos, Tania —dijo Rubén prestándole suma atención.
—Estos días hemos estado haciéndote exámenes —me miró—. Y hemos visto que llevas bien todo esto, y a parte, que no has perdido la memoria, que es lo que esperábamos después de todo, y llegamos a la conclusión de que ya te puedes ir a casa, o bueno... —miró a Rubén un poco incómoda.
—Sí, se irá a casa —la enfermera asintió y yo enarqué las cejas.
—Bien, pero el hecho de que te vayas a casa, no hace que puedas seguir con tu vida normal. Te vas a casa, pero tienes que estar en reposo al menos tres días más —explicó y yo asentí.
—Tranquila, me encargaré de que cumpla con las condiciones —intervino Rubén.
—Perfecto. Dicho esto ya puedes preparar todas tus cosas —volví a asentir y Tania salió de la habitación.
Estuve un rato hablando con Rubén y después me ayudó a guardar todas mis cosas en la maleta y mochila que llevaba el día en el que me secuestraron.
—¿Y cómo es eso de que me voy a ir a casa?
—Pues eso —dijo restándole importancia.
—O sea, que no me vas a tener aquí retenida y en pésimas condiciones...
—No.
No sabía qué le pasaba, estaba actuando de una manera extraña. Estaba muy serio y hablaba con monosílabas.
—¿Te pasa algo? —negó—. Venga ya, sé que te pasa algo. Dímelo —pedí acercándome a él, pero seguía metiendo ropa en la maleta evitándome—. Oye —sacudí su brazo levemente y suspiró.
—Me siento mal, ya está —confesó evitando contacto visual conmigo.
—¿Por qué? Si hace un momento estabas riéndote de las cosas que decíamos...
—Ya. Pero, mientras te ayudaba a guardar todas tus cosas, empecé a recordar todo lo sucedido días atrás. El día en el que te secuestraron, cuando te fui a visitar, que estabas en pésimas condiciones, ahora que sé que te manoseaban, también pienso en eso y me llena de rabia e impotencia. He sido un cabrón, y tienes todo el derecho de decírmelo.
—Razón no te falta, pero eso ya es agua pasada. Vivamos el presente, que vida sólo hay una, Rubén.
Se notaba devastado, realmente se sentía culpable de todo lo que me estuvo pasando. Me da pena verlo así. Ya sé que lo más normal sería odiarlo por haberme secuestrado y habérmelo hecho pasar mal, pero no podía. Estos últimos días estuvo comportándose tan bien conmigo, que no podía odiarlo.
—Vayamos a tu casa —me dijo antes de coger mi equipaje y salir de la habitación.
Me llevó a casa en su lujoso coche, aunque el camino fue súper silencioso. Yo lo miraba de reojo de vez en cuando, y él como tenía que estar atento a la carretera, no me miró ni una vez.
—Podrías ir más lento, ¿no crees?
Alzó una ceja y dio una sonrisa ladina mientras pasaba la lengua por su dentadura.
—¿No te gusta la velocidad?
—No mucho. Podríamos tener un accidente y tendría que estar nuevamente en el hospital, cosa de la cual no tengo muchas ganas... —rió.
—Vale, vale —redujo la velocidad—. ¿Así mejor? —asentí.
Minutos después llegamos a casa y Rubén aparcó su coche delante de la puerta. Me miró fijamente durante unos minutos y yo dije:
—Gracias por traerme —sonreí.
—¿Ya te despides de mí? Qué rápido quieres que me vaya... —fingió estar ofendido—. Aunque lo entiendo. Ni siquiera sé cómo permitiste que te cuidara durante tu estadía en el hospital.
—Normalmente siempre doy segundas oportunidades; tengo fe de que sirven para que la persona mejore.
—Entonces, ¿me das una segunda oportunidad? —asentí y él me sonrió—. Muchas gracias, te prometo que no te vas a arrepentir —se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.
Yo lo miré sorprendida, no me lo esperaba. Este Rubén no parece el mismo que el del principio. Este me gusta mucho más.
—Vaya —dije soltando una risita.
—L-lo siento si te he incomodado. No he pensado, ha si...
—Tranquilo. Estoy bien —le sonreí para tranquilizarlo y bajamos del coche.
—Te llevo las maletas hasta tu habitación —alcé una ceja—. Bueno, o como desees.
—Me parece bien. Menos trabajo tengo que hacer.
—Que fuerte eso que me dices —sonó un ruido—. ¿Has escuchado ese ruido? —asentí.
—Es el de un contenedor cuando alguien tira bolsas dentro de él —rodó los ojos.
—Aguafiestas; ya me has jodido la broma.
—I'm so sorry.
Caminamos hasta la puerta de casa y allí nos recibió mi madre con los brazos abiertos, aunque también con unas notables ojeras.
—Hola, mamá —la abracé y nos dejó pasar.
***
¡Heeyyy! Bueno chicos, ya esto de vueltaa.
Para compensaros este corto tiempo en el que he estado inactiva, hoy subiré dos capítulos más. A parte, os he traído un capítulo un poco más largo, y bueno, que vuelvo a tope.
¡Nos vemos en los otros dos capítulos!
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El oscuro secreto familiar ✔️
Novela JuvenilAlicia es una adolescente que se ve obligada a huir al enterarse de lo que pretende hacer su padre con ella. Para ello, consigue la ayuda de su tía, quien le da hogar, pero un día, Alicia decide volver a por su madre, pero está claro que ella no se...