18 de julio de 2019
—Buenos días, corazón —me despertó Catalina cautelosamente.
—Buenos días, tía —saludé desperezándome.
—Vamos a desayunar —me ordenó y salió de la habitación.
Bajé a desayunar y hablamos de cosas triviales.
—Después debemos ir a inscribirte a un instituto —me dijo.
La idea de cambiarme de instituto me atormenta un poco. Es cierto que no soy una chica que ha tenido muchos amigos porque me cuesta socializar. No se me da muy bien hablar con la gente y el hecho de que no sepa con qué personas me va a tocar, me asusta.
—Está bien —disimulé para que no notase mi preocupación y seguí desayunando.
Cuando terminamos, ayudé a recoger la mesa hasta que sonó el teléfono fijo.
—Yo lo cojo —se adelantó Catalina.
—¿Si?
—¿Cata?
—¿Carmen?
Cuando escuché el nombre me acerqué apresuradamente a mi tía y me paré frente a ella.
—Sí, está justo frente a mí. Ahora te la paso.
Mi tía me dio el teléfono y se fue dedicándome antes una sonrisa.
—¿Mamá?
—Cielo... ¿Cómo estás? ¿Llegaste bien? ¿Tuviste dificultades para llegar?
—Mamá, estoy bien, he llegado bien y no, no he tenido dificultades para llegar. ¿Y a ti cómo te va?
—Bien, cielo, bien.
—¿Segura? Te noto más... Seca.
—Sí, sí, cielo. No te preocupes.
—¿Papá ya se ha dado cuenta de que no estoy allí?
—Eh... N-no, él ha salido.
—Oh, está bien.
—Cielo, pásame otra vez a tu tía, por favor.
—Voy.
—Gracias, te quiero.
—Y yo, mamá.
Llamé a mi tía y vino. Le di el teléfono y le susurré que mamá quería hablar con ella.
—Vale, muchas gracias, cielo —me sonrió y me fui a mi cuarto.
Cuando entré, vi a Jordi mirando por la ventana.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté confundida y me quedé quieta en el sitio.
—Mirar las vistas.
—¿Que tu habitación no tiene ventana o qué?
—Sí, pero las vistas son una mierda.
—Vaya... ¿Y piensas venir a aquí cada vez que las quieras ver? —se giró a verme.
—¿Te molesta?
—Me incomoda.
—Pues lo siento mucho por ti, pero vas a tener que joderte —me sonrió forzosamente y se fue del cuarto.
¨Capullo...¨
—Alicia, prepárate para ir al instituto —me ordenó Catalina después de un rato.
Mi look se basaba en un mono corto de color rosa pastel y unas sandalias blancas. Me recogí dos mechones de pelo de delante y me los agarré con una pinza pequeña.
—Ya estoy —indiqué entrando al comedor.
—Perfecto. Jordi nos llevará en su coche —me informó mi tía cogiendo su bolso del perchero.
Salimos de casa y me senté en los asientos de detrás del Range Rover negro que poseía mi primo.
Cuando llegamos al instituto, que quedaba a unos diez minutos de casa si ibas en coche, nos bajamos y caminamos hasta conserjería.
Estuvimos un rato en el despacho de la directora mientras yo me mantenía en silencio y hablaba tan sólo cuando la mujer me preguntaba cosas sobre mi vida y mi tía rellenaba papeles. Jordi decidió esperar en el coche, ya que el instituto no le traía buenos recuerdos.
—Vale, muchas gracias, directora —nos levantamos de las sillas acolchadas y salimos del despacho acompañadas por la mujer.
—No es nada. Será un placer tener a tu sobrina en este instituto —sonrió—. Nos vemos mañana.
—Hasta mañana —mi tía se despidió y salimos del edificio.
Cuando empecé a caminar hacia el coche, noté una intensa mirada clavada en mí. Intenté ignorarlo ya que soy una chica muy paranoica, pero no pude evitarlo y empecé a mirar a mi alrededor hasta que vi a un hombre vestido de negro mirando en mi dirección.
El hombre llevaba gafas de sol y fumaba un cigarrillo. No me dio tiempo a mirar nada más porque mi tía empezó a meterme prisa.
***
¡Heeyyy! ¿Qué tal estáis? ¡¡Espero que tengáis un buen comienzo de semana!!
Pues bueno, aquí os traigo el quinto capítulo que espero de corazón que os gustee.
Si os ha gustado el capítulo, hacedmelo saber votando, comentando y compartiendoo.
Nos vemos el miércoles, chicoss.
¡Chao, lectores!
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El oscuro secreto familiar ✔️
Roman pour AdolescentsAlicia es una adolescente que se ve obligada a huir al enterarse de lo que pretende hacer su padre con ella. Para ello, consigue la ayuda de su tía, quien le da hogar, pero un día, Alicia decide volver a por su madre, pero está claro que ella no se...