Capítulo 9

212 8 6
                                    

24 de julio de 2019

—Ey, tranquila. No te he dicho casi nada, ¿y ya te pones así? —se asombró el chico.

—Sólo dime qué quieres de mí —dije entre dientes.

—Oye —se sentó en una esquina del escritorio, quedando frente a mí—. Todo esto es cosa de tu padre. Si estás ahora mismo en esta situación, es por culpa de tu padre. Así que si lo que queréis es que se termine esta mierda, es tan fácil como que vengas conmigo y automáticamente, las deudas de tu padre ya estarán pagadas —explicó y lo fulminé con la mirada.

—¿Pero por qué tengo que pagarlo yo?

—Fácil —fruncí el ceño—. Porque tu padre así lo quiso.

—¿A caso yo valgo algo?

—No.

Nos quedamos en silencio durantes unos largos segundos hasta que me miró fijamente.

—Debes volver a tu casa. Allí se solucionará todo.

—Sois unos hijos de puta —dije antes de salir echa una furia del despacho.

Estuve todo el camino a casa en completo silencio. De vez en cuando Jordi me miraba preocupado.

—¿Te pasa algo? —cuestionó.

—No.

Y otra vez más volvimos a quedarnos en silencio.

(...)

Ya era de noche.

Me encontraba tumbada en mi cama con la cara pegajosa, a causa de estar toda la tarde llorando.

No entendía por qué mi padre no me quería. Por qué me tuvo que tocar vivir en estas condiciones. Por qué quiere regalarme a unas personas que a penas ni conoce.

Estaba muy confundida.

No comí casi nada en todo el día. Catalina y Vicenta, mi abuela, entraban de vez en cuando a mi habitación para ver cómo estaba y saber qué me pasaba, pero era en vano, porque no conseguían nada de sus propósitos.

Decidí darme una ducha en agua fría, para despejarme y quitarme el agua que tengo pegada en mi cuerpo, tanto por el sudor, como por las lágrimas.

Cuando terminé, entré a mi habitación y me asusté al ver a mi primo sentado a los pies de la cama mirándome fijamente en completo silencio.

—¿Puedes intentar no aterrarme tanto?

—Lo siento —se disculpó y yo suspiré caminando hacia mi armario.

—¿Por qué estás aquí? ¿Vuelves a querer ver las vistas desde mi ventana? —intenté bromear, pero fue en vano.

—Alicia.

Noté como se levantó de la cama y se acercó a mí. Me giré. Yo sabía que él era consciente de que me pasaba algo, cosa que no quería contarle.

—No me pasa nada —decidí adelantarme—. Así que no insistas.

Vi cómo parecía rendido y suspiró. Le miré fijamente mientras él mantenía su mirada en la ventana. Me acerqué a él y le abracé.

¿La razón?

Ni yo sé cuál es. Tan sólo sentía la necesidad de abrazarlo.

Jordi pareció sorprendido ya que no reaccionó ante mi bonito gesto durante unos segundos, pero después me rodeó con sus brazos y estuvimos así por medio minuto aproximadamente.

—Bueno, me voy —indicó después de habernos separado.

—Está bien —le sonreí.

Mientras él caminaba hacia la puerta, yo caminé hacia el armario, ya que estaba escogiendo el pijama que me iba a poner.

—¿Bajarás a cenar? —me preguntó de repente.

Lo miré y asentí. 

***

¡Heeyyy! ¿Cómo estáis? 

Aquí os traigo ya el noveno capítuloo. 

Espero que os haya gustado mucho, aunque sea un capítulo cortito y sencillo. Si es así, podéis votar, comentar y compartir. 

Por cierto, quiero agradeceros por todo el apoyo que me estáis dando, ¡que ya en nada somos 250! y no hace mucho que empezé a publicar la novela. En fin, muchísimas gracias a todos y que espero que sigamos creciendo muchísimo. 

Nos vemos mañana también, chicoss.

¡Chao, lectores! 

¡Chao, lectores! 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El oscuro secreto familiar ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora